Padre Caselli: el sacerdote de la esperanza
Por: Erika Romero D.

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Se convierte en “Indiana Jones” para llevar la palabra de Dios y la paz

El padre José Caselli Sandoval no gambetea a los tiempos difíciles, siempre está cuando se le necesita. Durante las terribles olas de contagios del Covid-19 paseó al Santísimo por las calles de Cocachacra, llevando un mensaje de esperanza. Nos repite que siempre hay esperanza aún cuando parezca que no la hay.

Antes de tomar una decisión el sacerdote José Caselli Sandoval ora, pide la intervención Divina para que Dios ponga en sus labios las palabras correctas, esas que traen paz y diálogo. Lo hizo cuando el alcalde de La Joya, Christian Cuadros Treviño, le pidió, vía telefónica, el domingo 22 por la noche, que mediara entre un grupo de manifestantes en el distrito de La Joya que habían tomado como rehén a un policía y estaban a punto de prenderle fuego. En ese momento lloró.

Años atrás, estaba en oración, frente al Santísimo, en la parroquia de Cocachacra y afuera, en la calle agentes del orden y pobladores que se oponían al proyecto minero Tía María se enfrentaban, el olor a gas lacrimógeno era intenso y las piedras eran lanzadas por potentes hondas. Con ayuda de un muchacho sacó una pesada cruz de madera de la iglesia y se paró en medio de los que enfrentaban.

La tarde que conversó con nosotros, el cielo se volcó en una intensa lluvia. Nos recibió en la Sacristía de la iglesia de Chapi Chico y nos pidió un momento para orar, invocó al Espíritu Santo, para que le dé sabiduría y guíe sus palabras. Luego apagó su celular y lo guardó en uno de los cajones de color blanco del estante que tenía a su espalda. Jesús en el crucifijo era testigo de lo que ahí se habló.

Le preguntamos si siente miedo, respondió que sí. A diferencia de otras personas, él está convencido que el hombre necesita del miedo para vivir. “Fíjese si el miedo no existiera, no tendría temor de acercarme a un león porque no consideraría que es peligroso y el animal me saltaría a la yugular”.

“¿Sintió miedo en La Joya y Cocachacra?”, repreguntamos. Nos dijo que en esos 2 lugares sintió miedo a perder la vida y la de quienes dependían de lo que él hiciera y tuvo la sensación de tener el corazón en la garganta, además pensó en lo que podía suceder sí todo salía mal, pero él si cree en que Dios obra milagros.

En Cocachacra como en La Joya, Dios lo volvió sordo y le quitó el sentido del olfato. Sordo para no escuchar los insultos, los improperios que lo distrajeran de la tarea que debía cumplir y el olfato para que el olor del gas lacrimógeno no le impidiera hablar con autoridad y amor a la vez. Su misión en aquellas oportunidades era evitar una masacre, una matanza.

En La Joya tuvo las palabras precisas, cuando los manifestantes le dijeron que prenderían fuego al rehén para cobrarse dos supuestas muertes ocurridas en La Joya durante el choque de civiles con la Policía. Él, con la habilidad de un mediador, les dijo que ellos no querían hacer eso, porque además de no poder vivir en paz después, tendrían problemas legales de tipo penal.

Se mantuvo sereno incluso cuando parecía que las conversaciones no tendrían buen fin y sembró la confianza en ambos lados del conflicto. El padre José contó que no ha visto nuevamente al rehén que ayudó a liberar aquel domingo. Al día siguiente, lunes, llegó a Arequipa para someterse a análisis médicos, pues tiene una dolencia estomacal que no le facilita su labor pastoral.

El camino a Arequipa desde La Joya fue tranquilo, no hubo sobresaltos y tampoco tuvo que caminar entre las piedras esparcidas en la vía, como lo hizo el 19 de agosto de 2019, cuando los pobladores de Islay protestaban contra la ejecución del proyecto minero Tía María.

DIOS PERMITE MILAGROS

Hay quienes no respetan la investidura de los sacerdotes mucho menos consideran sus calidades morales y sus mensajes. Ocurrió con monseñor Pedro Barreto cuando el ex premier, Aníbal Torres, lo insultó llamándole “miserable” y echó por tierra la posibilidad de tender puentes de diálogo que eviten que lleguemos al momento de convulsión social que ahora vive el país.

“¿Padre temió convertirse en un rehén más y que no tomaran en cuenta sus cualidades como párroco?”, le preguntamos. Nos dice que en eso reflexionó días después. Sonríe y dice que en Cocachacra cuando lo de Tía María, el solo quería que la gente deje de pelear. “Era una bronca de hermano contra hermano, de vecinos que se agarraban a pedradas, palazos”.

Frente a todos de pie con la cruz de madera las piedras le zumbaban cerca y ninguna le alcanzaba. Dios permite milagros en lugares insospechados, en La Joya y Cocachacra, habló poco y se hizo entender mucho. Los disparos en La Joya no le desconcentraron, estaba en paz y debía llevar paz.

“¿Para alcanzar la paz se debe ceder?”, le consultamos. Responde que sí que es importante ceder, pero hay veces que las partes en conflicto no quieren hacerlo, como aquel domingo en La Joya.

Lo ocurrido en ese distrito es algo parecido a lo que sucede cada vez que el pleno del Congreso se reúne, debate y vota sobre el adelanto de elecciones, nadie cede solo quieren imponer su pensar. El diálogo aparece después de que se cede.

“Para que haya diálogo, las dos partes deben pedir la intervención de un mediador, como sucedió en La Joya”, reflexiona.

UN ANGELA DE LA GUARDA EN LA TIERRA

La llamada del alcalde Cuadros Treviño lo alertó: requerían su presencia. Inmediatamente colgó y empezó a llamar a sus superiores para que le autoricen a intervenir. Al no tener una respuesta conversó con el párroco principal de La Joya, se alistó y salió rumbo a la comisaría de El Triunfo.

Caselli escucha y mucho. Escucha a las personas que necesitan de su voz, recuerda que una vez tuvo que conciliar en un conflicto familiar, la conversación empezó a las 19 horas y la paz llegó entradas las 04 horas. Esa fue su primera mediación.

Una tos interrumpe el relato de Caselli, se resfrió la noche del domingo al volver de la comisaría El Triunfo en moto. Caselli tiene 50 años, cuando se alistaba para ir a esa dependencia policial se encontró con Lalo, un amigo, que por sus características físicas le colaboró para llegar hasta su destino.

LOS TIEMPOS DE DIOS SON EXACTOS

El padre Caselli, cuando joven, no pensó en vestir una sotana. A los 14 años, ya trabajaba y encargó a un arquitecto diseñar la casa donde viviría con su esposa e hijos, pero eso es un recuerdo. El llamado de Dios le llegó, a sus 23 años, de la mano de una fuerte discusión con el sacerdote José González que estaba a cargo de la parroquia Inmaculada Concepción de Mollendo le abrió los oídos.

Es que el joven Caselli acudía a la iglesia como una forma de buscar y enamorar chicas el padre González notó sus intenciones y le llamó severamente la atención. El disgusto de Caselli por haber escuchado las verdades del padre González no duró mucho, antes de los 8 días buscó a su ejemplo de párroco, su modelo a seguir, se confesó y hoy se las ingenia para llevar la palabra de Dios y nada lo detiene.

Cuando se trata de predicar la Santa palabra, Caselli se convierte en una suerte de “Indiana Jones” del Señor. Una foto tomada por sus amigos lo demuestra. En abril de 2014, debían acudir hasta el anexo de El Toro (Valle Arriba), en el distrito de Cocachacra, a celebrar el Domingo de Ramos.

En ese entonces para cruzar el río Tambo se debía subir a un andarivel, él iba por delante para asegurar que el trayecto no sea peligroso para quienes le acompañaban. Cuando tenía todo listo empezaba el traslado de los jóvenes que le seguían en la misión de llevar a Dios a los hogares más alejados del distrito. Hoy en día el andarivel ha sido sustituido por un puente.

El lunes que nos recibió, se programó que el padre Caselli hiciera la misa de las 5 de la tarde, en la iglesia de Chapi Chico, nos despidió como nos recibió con una oración, esta vez frente al altar mayor de, dijo una plegaria por la paz, el diálogo por medio.

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