El rostro diferente
Por: Carlos Meneses
Ayer Arequipa y, en general, el Perú tuvieron un rostro diferente al de los últimos 3 años, tras 2 años de la epidemia del COVID y uno de crisis económica, política y social, los escolares volvieron a las calles para asistir presencialmente a recibir su año académico y, también, para volverse a quejarse del abandono que tienen los locales donde se educan los niños y jóvenes que no pueden pagar pensiones en planteles particulares.
También se pusieron a prueba los anunciados propósitos de dar seguridad a quienes estudian en primaria y secundaria. Por su parte, los padres de familia volvieron a la preocupación de confiar sus hijos al transporte escolar y a una Policía Nacional obligada a resguardar las cercanías de todo local educativo.
La ciudad cobró vida y también alegría, pero muchos temores persisten sobre qué ocurrirá cuando el lunes próximo se inicien, en la totalidad de las escuelas y colegios estatales, la tarea de aprender y se compruebe que, una vez más, han sido insuficientes los esfuerzos y el dinero estatal para poner en condición la educación para todos.
La falta de recursos queda evidenciada por ser insuficientes, por las remuneraciones reclamadas por los maestros y, finalmente, por la inquietud sobre qué ocurrirá con quienes hoy están viendo lo que pasa a su alrededor en un país que tiene graves problemas pendientes de solución.
Es también un reto para quienes tenemos la responsabilidad de enseñar con la verdad y con objetividad lo que ocurre entorno de estos estudiantes que mañana se convertirán en ciudadanos y decidirán los destinos de la patria chica, como es Arequipa, y del Perú entero.
“La presencialidad en la educación debe ser mejor que la virtualidad a la que nos obligó la pandemia”.