Compleja situación de Putin y su Gobierno en tres puntos
Por Miguel A. Rodríguez Mackay – El Montonero
El suceso del frente interno ruso del pasado viernes 23 de junio ha desnudado varias cuestiones centrales del régimen de Vladímir Putin, a quien muchos creían todopoderoso. En realidad, sigue teniendo mucho poder, pero se ha acrecentado la oposición a su mandato. Veamos en esta ocasión únicamente tres aspectos, los centrales, a mi juicio, de la referida vulnerabilidad:
1) Malestar en los altos mandos de las fuerzas armadas rusas por la forma como se ha venido conduciendo la guerra.
La estrategia de guerra de Putin hasta ahora no ha conseguido los objetivos propuestos. Por supuesto que no se trata de la toma completa de Ucrania buscando izar la bandera rusa en el centro de Kiev (capital de Ucrania) sino, en cambio, de la región del Donbass, el territorio separatista que tiene una fuerte influencia rusa. Una vez producida la invasión de Ucrania, el 24 de febrero de 2022, esta región fue el objetivo central de Moscú que, no por gusto, un día antes había declarado a las dos provincias rebeldes que comprende esta región –esto es ,Donetsk y Lugansk– como repúblicas independientes. La idea era que consumado el control de esta parte de Ucrania, terminaría anexándola ipso facto por la circunstancia de guerra o ipso iure en el marco de una negociación diplomática subsiguiente en la condición de victoriosos, a la culminación de los actos bélicos. Teniendo de facto la península de Crimea desde 2014, Moscú ha creído que hubiera conseguido territorialmente un espacio relevante, que en el papel realmente se veía sumamente auspicioso a los ojos del núcleo duro del Kremlin. Todo lo anterior está resultando al revés de lo planeado por Putin. La guerra creída que acabaría en solamente pocos días lleva 16 de meses y ese tiempo ha ido en detrimento de los ejércitos rusos con muchas bajas a cuestas y retrocesos en los campos de batalla, inevitablemente desmoralizados, y por supuesto en menoscabo del mismo gobierno ruso que sigue ganando desencantos entre los diversos estamentos de la sociedad rusa.
2) La visibilización del Grupo Wagner como ejército mercenario que actúa en la guerra de Rusia contra Ucrania.
En el imaginario internacional ha resultado incomprensible cómo un país considerado una de las mayores potencias militares del planeta –otrora la enorme superpotencia de la Guerra Fría en la condición de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) que fuera el punto de equilibrio para los Estados Unidos de América desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) hasta la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, acontecimiento histórico que materializó el preciso instante que se trajo abajo todo el sistema comunista de la sociedad internacional de oriente, o si prefiere, en 1991, en que el desmembramiento de la referida Unión Soviética produjo a la Federación de Rusia de hoy, que había perdido las 16 repúblicas con las que se había hecho un espacio en el sistema internacional luego de la caída del Zar Nicolás II por manos de la Revolución Rusa de 1917.
Para que Moscú recurra a un ejército de hombres y mujeres pagados merced a un contrato con el Estado ruso a través del ministerio de Defensa –centro de conspiraciones precisamente contra el grupo Wagner e imputado causante de gran parte de la alicaída performance militar en la guerra contra Ucrania con su cuestionado ministro, Serguéi Shoigú, a la cabeza–, para combatir en favor de sus intereses ha resultado inconcebible, mostrándose ante el mundo de que Rusia en realidad es incapaz de contar con un único ejército poderoso que sirva a su causa nacional. Incluso, la opinión pública mundial, quedó atónita ver cómo un enorme convoy de Wagner, fuertemente armado, marchó por las ciudades rusas desde Rostov, en el sur del país, en dirección hacia Moscú, es decir, en las propias entrañas del país, y que luego, a su antojo o por una negociación con el gobierno de Putin –no es objeto de esta columna ingresar en las hipótesis en torno de la crisis del propio gobierno de Putin sobre la rebelión o levantamiento del grupo Wagner, mal llamado golpe de Estado porque no constituyen fuerzas del Estado sino constituyen un estamento de la sociedad rusa–, en cuestión de minutos desistieran del objetivo de tomar seguramente hasta la Plaza Roja, un episodio jamás creído pero que ha debilitado a Vladimir Putin muchísimo más de lo que se crea ante el frente internacional, seguramente excitando que se paren las antenas de muchos de los enemigos de Rusia –lo digo en el lenguaje de la seguridad internacional en el marco de las relaciones internacionales– que solamente los ingenuos no podrían advertir; y,
3) El creciente rechazo social ruso a Vladímir Putin y a la guerra contra Ucrania.
Una de las razones que explica la aparición del Grupo Wagner, ha sido la poca o nula proclividad de la población rusa, principalmente joven, a enrolarse en las fuerzas armadas para salir al frente e ir hacia los campos de batalla en nombre de su país. La sociedad rusa en sus diversos estamentos conoce de memoria a su presidente que lleva más de 20 años en el poder. En ese lapso la disidencia contra Putin ha crecido ostensiblemente. Es verdad que el presidente ha sabido aplacarlas con un duro aparato coactivo y coercitivo que ha incluido persecuciones sistemáticas de los líderes de la oposición, algunos muertos o desaparecidos, otros envenenados mirando al régimen como el responsable, y en muchos otros casos, encerrados en las cárceles del país, principalmente en Siberia donde precisamente a nadie gustaría ir de vacaciones.
Rusia ha tenido muchas bajas durante esta guerra y eso ha significado enlutar a muchísimas familias acrecentando la animadversión hacia el régimen. Esta realidad de descontento social ha llegado hasta las propias entrañas de las fuerzas armadas y hasta el Kremlin pues nadie ha creído que el jaque sin que llegara a ser mate del jefe del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhi, hoy asilado en Bielorrusia y examigo de Putin que mucho sabe de sus movidas antes y durante la guerra contra Ucrania, habría llevado adelante toda la revuelta de la semana anterior sin ningún apoyo desde las propias narices del poder ruso.
Está claro, entonces, que el panorama político y militar para Rusia no pinta de lo mejor en el futuro inmediato. Putin buscará robustecerse en medio de este escenario adverso que le ha dejado el grupo Wagner y la única forma de hacerlo será endureciendo y de manera implacable su actuación como gobernante que en definitiva le ha dado resultados en las más de dos décadas que lleva al frente del poder en Rusia. Veamos si las fuerzas centrífugas de Rusia merced a la dinámica dialéctica, propia del poder y la política, nos traen un nuevo capítulo en este país relevante de las Relaciones Internacionales.