Beata Sor Ana Angeles tenía sangre inca
En biografía de Sor Ana revelan que tenía sangre inca. Hallazgo fue presentado en seminario auspiciado por Arzobispado en Yanahuara.
Por Carlos Meneses
El periodista y más destacado biógrafo e investigador de la vida de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo alcanzó en un seminario, organizado por el Monasterio de Santa Catalina y el Arzobispado y realizado en el salón de convenciones de la parroquia de Yanahuara, información sobre la vida de la beata arequipeña. Dante Zegarra López brindó una conferencia plena en detalles sobre la vida de la religiosa a la que se está procurando elevar a los altares como Santa.
La beatificación y canonización de Sor Ana comenzó a gestionarse ante la Santa Sede hace 337 años y la beata nació hace 421.
Ella fue la cuarta hija de 8 que tuvieron sus padres. Estos últimos le pusieron los nombres de su abuela paterna, Ana de Hernández y Ana Palla, por parte de madre, quien era miembro de la nobleza inca.
Vivió entre los 3 y 8 años en el Monasterio de Santa Catalina y solo salió de allí cuando sus padres quisieron casarla. Su progenitor murió cuando ella tenía 14 años y le dejó una dote matrimonial que nunca se usó e incluso le mandaron hacer el vestido blanco con el que, eventualmente, se casaría.
Volvió al convento para evitar el compromiso y a pesar de la oposición de la priora y respaldada por las demás monjas, la joven se quedó de religiosa. No sabía leer ni escribir ni tampoco firmar y escogió como patrón a San Nicolás de Tolentino y también a las Almas del Purgatorio.
Cuando pudo ponerse el velo negro, es decir de monja que termina el noviciado, quiso devolver a la senda regular a las demás quienes se habían desviado de sus originales y formales obligaciones.
Algunas religiosas de velo blanco persistieron en sus afanes y abandonaron la clausura, mientras la maestra de novicias, que era Sor Ana, fue elegida como priora y sorprendió cuando afirmó que una voz le dijo: “Toma las llaves y gobierna. Yo te ayudaré y te daré capacidad y fuerza”.
Su discurso inaugural asombró a todos, pues fue considerada una pieza religiosa de gran calidad.
Cuando ingresó a las celdas, ambientes ubicados en el convento y destinados para el descanso de las hermanas, recogió todos los vestidos que deformaban la presentación de las monjas y los hábitos con adornos, la misma suerte tuvieron los libros de novelas que no fueran religiosos. Los metió en un horno y los quemó.
Fue entonces que el demonio alentó en las hermanas rebeldes a envenenarla, lo que no pudieron en 3 propósitos. Así como tampoco la pretensión de tapiar la celda en la que ella dormía y a pedido del obispo de la época dio a conocer los nombres de quienes le habían tratado de hacer daño.
Después pidió perdón para ellas y es en tal época en que en el día de Santa Rosa de Lima, cree haber visto al demonio; el que sosteniendo una piedra muy grande en sus manos le dijo que entrara al coro por el daño que les hacía a sus propósitos malvados. Ella le contestó que: «sino lo ordena Dios, no puedes matarme, aunque lo quieras», y desafiándolo ingresó al coro.
Sor Ana realizó su labor como superiora de la comunidad, vistiendo los hábitos que fueron usados por otras monjas que habían abandonado esas prendas por unas nuevas. Fue ciega y sufrió grandes dolores durante los últimos 10 años de su vida, fue religiosa en el Monasterio de Santa Catalina durante 69 años.
Dijo saberse pecadora, siguió los evangelios, ayudaba a pobres y tuvo siempre una entrega a Dios. Estos datos fueron revelados por Christian Igor Zegarra Dávila, hijo de Dante Zegarra López, quien dijo traer el personal encargo de su padre para hacerlo público, pues por razones de salud no lo podía hacer el autor original.