DE LA DEMOCRACIA A LA DICTADURA “Si no hay líderes demócratas,  alguien pondrá orden”
Por Alicia Barco Andrade – Comunicadora digital, filósofa, docente, empresaria, estratega, mujer política del siglo XXI.

De la democracia a la dictadura.

Hace unos años, el capitalismo y la democracia parecían hacer un buen matrimonio. Pero el divorcio parece próximo a consumarse. El mercado avanza en piloto automático, los regímenes autoritarios renacen y el desinterés por los derechos humanos sigue en auge. Entre escenarios de polarización mundial, empujar a soluciones autoritarias para resolver problemas más preocupantes y básicos, no es objeto de rechazo. 

Lamentablemente, el sistema, sigue fallando para todos.

En la década de 1950, Zygmund Bauman, sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico de origen judío, ocupó su atención en cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el Holocausto, la modernidad y la posmodernidad. Analiza estos últimos años el consumismo, la globalización y la nueva pobreza, con su relación con los gobiernos totalitaristas de los últimos tiempos, gobiernos dictatoriales y nefastos que arrebatan nuestra libertad y derechos.

¿Qué facilitó el originen del totalitarismo en el siglo XX? ¿Seguiremos repitiendo la historia?

Precedente al pensamiento de Hannah Arendt y Teodoro Adorno, Bauman es conocido por: “La modernidad líquida” – que vivimos hoy. La cultura digital no es nos precisamente lo que nos hace “líquidos”. Son los problemas que siguen imperando después de 100 años de historia. Su frase la suscribe a la herencia de la época moderna (S. XVI), que debió resolver los problemas de la modernidad. Originados por la herencia del sistema estamental clasista del feudalismo, y la pésima distribución de la riqueza hacia la población. Era la supremacía de la razón humana, impulsada por la Ilustración que debía haber resuelto el “nuevo orden de la sociedad” impulsados por los Estados modernos, la revolución francesa, y la forma de gobernar de la mano de la democracia naciente. La forma de ejercer el poder, promovida por la ciencia, las humanidades y la burguesía, desde el siglo XVIII, hasta ahora, mantiene los mismos problemas.  

En pleno siglo XXI, después de 5 siglos, nada ha cambiado.

¿Seguimos acaso viviendo los problemas del siglo XVIII? ¿No hemos evolucionado?  

Bauman indica que, en las sociedades contemporáneas, sobre todo en países en vías de desarrollo, como Latinoamérica y el Caribe, el 80% de la gente es común y corriente. Solo unos pocos toman decisiones y la mayoría de la gente prefiere no tener “el poder”. Hay gente que está cómoda cumpliendo órdenes, para no tener responsabilidad alguna. A pesar de cualquier fallo ético.

La falta de liderazgos en la edad contemporánea que atraviesa esta sociedad tiene su origen en un excesivo potencial de la modernidad, que ha sobre estimado a la razón, como fuente de modelos de conocimientos ideales, pero no reales. Se prefiere “tener la razón en todo”, que aceptar la realidad con objetividad y humildad para atender los problemas. Aceptar errores del pasado que deberían enmendarse en el presente es lo que nos toca hacer, hoy y ahora. El capitalismo, por ejemplo, ha generado riqueza, pero no ha sido sensible hacia lo social. El socialismo solo ensalza las heridas sociales de nuestro pasado y no genera trabajo. Vivimos un Gobierno de turno que no está atendiendo la crisis social política. La inflación económica incrementa más el riesgo país, despojándonos del orden público que debe velar.

Hay mucho en juego todavía. El desafío hacia el desarrollo sostenible es construir una sociedad más justa, más equitativa, más democrática, con los seres humanos, poniendo al centro del progreso tecnológico a las personas. Pero dependemos del ser humano, del ingeniero científico, para poder mirar al desarrollo social – económico.

Lamentablemente en Latinoamérica y el Caribe, no hemos aprendido el concepto de desarrollo económico social. No nos han educado para la prosperidad. Seguimos siendo una sociedad de masas con una precaria calidad educativa diferenciada en sectores. Ha sido el progreso que se mide por el crecimiento económico. Un mercantilismo extractivo. Todavía no hemos conocido el concepto de desarrollo económico social que va asociado a los niveles de felicidad, al bienestar social, a la riqueza mental, y a la forma de competir desde un ganar-ganar.

Hambruna, pestes, pobreza, guerras, crisis de todo tipo, siguen afectando a la humanidad. En el manejo del poder, parece que solo unos pocos toman decisiones y solo unos pocos, somos los elegidos a querer los cambios. Sin embargo, lo paradójico es que el poder ya no está en manos del sistema. El poder está en manos de las personas.

¿Acaso el liderazgo humano es excluyente a la naturaleza humana? ¿Por qué nos sentimos tan amenazados como especie humana sin saber qué hacer?

He creído siempre que – a pesar de las dificultades de la vida- tenemos el poder de superar obstáculos si así lo decidimos. El problema viene cuando dejamos de soñar y tiramos la toalla. Son nuestros sueños los que impulsan nuestras motivaciones. Quizás este siglo sea el desafío para renovar el espíritu y despertar desde la mente.

Cuando Alemania era democrática, contaba con una enorme crisis de identidad. Hitler entró al poder en 1933 con un “heroico” liderazgo que impulsó un nuevo orden mundial. Acá está lo que Bauman nos recuerda. El holocausto fue solo una parte del plan. La modernidad era el proyecto de hacer un mundo perfecto. El REICH. Bauman trata a los totalitarismos como un subproducto del proyecto moderno. Ahí está la raíz del problema. Los ilustrados reforzaron la idea de poner a la razón humana por encima de todo. La naturaleza humana, así actúa ciegamente. Hay que protegerse. Corregirla. La modernidad quiere crear orden frente al caos, y para la modernidad la razón era el camino. ¿Cuál es el camino ahora?

Si hacemos un análisis paralelo con la pandemia, como el genocidio del siglo XXI, después de 3 años. A pesar de esta disrupción tecnológica que vemos, el sistema actualmente sigue fallando. Y la cultura digital que se nos impone abre oportunidades, pero también plantea preocupaciones.

Lo vemos en la monopolización de la web que han aumentado una cantidad de opiniones extremistas, los llamados “fake news”. Orquestadas por los medios de comunicación – que fomentan precisamente – estas burbujas de desinformación y donde el filtro de las burbujas convive con la vigilancia digital, creando riesgos mentales en el ser humanos. Lo que significa que la tecnología en países desarrollados y en vías de desarrollo, como los nuestros, está creando perturbación mental.

Es el momento ideal, para reunir y recuperar los ideales humanistas, con pensamientos críticos sobre el progreso y uso de la tecnológico para la vida. Un llamado a deliberar y pensar sobre el rol del ser humano, sobre el desarrollo tecnológico actual y futuro de la humanidad.

Ante ello, el liderazgo del futuro necesita de dos cosas:

CUIDAR Y EXIGIR.

Debemos ser exigentes con nosotros mismos.

El papel del líder es crear líderes. Los gerentes hacen las cosas bien, pero los líderes hacen que las cosas sucedan. En esta era de crisis y desafíos, se necesitan muchos líderes con coraje. Muchos líderes hacedores, con visión espiritual y compromiso social. Porque no hay innovación hacia el desarrollo tecnológico de un país si no es de la mano del desarrollo social.  

¿Qué se necesita?

Que los peruanos CREAMOS EN NOSOTROS MISMOS. En nuestro potencial humano y lo principal es el propósito. ¿Cómo pasamos de la supervivencia a la calidad de vida?

Nunca ha habido una época donde el propósito personal y propósito profesional se juntan y convergen en la participación de las redes sociales, en una revolución del lenguaje, desde los contenidos digitales. Hoy, como nunca antes, la tecnología ha liberado nuestro poder. De expresar nuestra voz. Necesitamos que la gente comparta ideas. No hemos empezado todavía.

Todo empieza con un propósito, hazlo y créetelo. 

La tecnología es una gran liberadora. Son las ideas las que mueve al mundo. Es nuestra creatividad la manera como construimos el mundo. Creo que en el fondo hay que construir cultura. Reconocer que se ha fracasado rápido, crecer rápido, y luego arreglarlo.

Einstein se equivocó 900 veces hasta que acertó a la 901.

El ser humano al ser una naturaleza espiritual, cognitiva emocional que necesita de los amigos, de la comunicación, de la convivencia, del desarrollo de su identidad. Se trata de trabajar de manera integrada – Academia, empresa, sociedad civil- que son transformadores para la sociedad. No hay desarrollo sin conocimiento, pero tampoco lo hay sin unidad.

¿Vamos a esperar despertar con otro gobierno totalitario para darnos cuenta de lo que antes tenemos que sembrar?

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.