Lucha contra el sida: que lideren las comunidades
Por: Andrea Boccardi – Directora de ONUSIDA
Las organizaciones de personas que viven con el VIH o en riesgo de contraerlo son los motores del progreso en la respuesta al sida. Vinculan a las personas con los servicios de salud, proveen espacios seguros y libres de discriminación, innovan, monitorean la implementación de políticas y programas, y demandan rendición de cuentas a las autoridades y los proveedores de servicios.
Los 40 años de la pandemia del sida les ha dado la experiencia para abordar esta y otras pandemias y crisis sanitarias. Por ejemplo, en el 2022, en conjunto con el Ministerio de Salud (Minsa), las comunidades de personas con y afectadas por el VIH contribuyeron en el control del brote del MPOX. Ello constituyó una práctica innovadora que fue considerada un modelo para la región.
Las comunidades también destacan en otros roles, como consejero par o promotor de salud comunitario y en la vigilancia comunitaria al desabastecimiento de antirretrovirales. Cuando las comunidades lideran, se protegen los derechos y se construyen sociedades, sanas y fuertes.
Pero muchas organizaciones de base enfrentan barreras para ejercer su liderazgo. No reciben suficiente reconocimiento ni financiamiento y, en algunos lugares, incluso son excluidas y atacadas. Estas condiciones dificultan el progreso y ampliación de los servicios de prevención, tratamiento y atención del VIH.
Esta es la razón por la que las comunidades ocupan un lugar central en la conmemoración del Día Mundial del Sida y en el nuevo informe de ONUSIDA: Que Lideren las Comunidades.
El Día Mundial del Sida es un llamado a la acción para facilitar que las comunidades puedan liberar todo su potencial y ocupar un lugar central en el desarrollo de políticas, planes y programas sobre VIH y en su presupuestación, implementación, seguimiento y evaluación.
Asimismo, las comunidades necesitan recibir un financiamiento sostenible que les permita ampliar sus servicios y para que los trabajadores comunitarios sean remunerados adecuadamente por su contribución.
Por último, es necesario eliminar las barreras al liderazgo comunitario. Debe haber un entorno regulatorio y legal que permita a las comunidades operar y proteger los derechos humanos de todos, incluidas las poblaciones clave que son las más discriminadas.
En el 2022, en el Perú, se estimó que 110 000 personas vivían con VIH, hubo 970 muertes relacionadas con el sida y 5800 nuevas infecciones. Entre el 2010 y el 2022 se incrementaron un 57% las nuevas infecciones. Esto es una alerta y un llamado urgente para invertir en prevención.
El fin del sida está a nuestro alcance y sabemos cuál es el camino: ¡Que lideren las comunidades!