¿Qué esperar el 2024?
Por: Luis Miguel Castilla, director ejecutivo de Videnza Instituto.
El año culmina en medio de una grave crisis institucional que incluye a los principales poderes del Estado. Quizás el 2023 haya sido uno de los años más intensos vividos en los que la convulsión social, los desastres naturales y la profunda crisis de desconfianza que recae sobre la clase política condujeron a la recesión más prolongada desde 1991 (excluyendo la pandemia). El correlato de estos eventos es una población empobrecida que parece normalizar una situación de crisis constante.
Evidentemente que la economía se recuperará una vez que se disipe el impacto adverso del Niño (cuya magnitud sería más leve de lo anticipado inicialmente), a lo que se suma el alivio de una menor inflación tras dos años de incremento en el costo de vida. Además, suponemos que las medidas adoptadas por el Gobierno comenzarán a tener un impacto rezagado y los esfuerzos por destrabar inversiones y el estímulo fiscal comenzarían a rendir frutos.
Sin embargo, una recuperación más vigorosa estará constreñida si nuestro país no logra encarar la debilidad institucional y la inestabilidad política que no tiene cuando acabar. La mayor responsabilidad recae, evidentemente, en la clase política que tenemos que no ha estado a la altura de las circunstancias. Muy por el contrario, la precariedad del Ejecutivo, el populismo legislativo, la polarización política, la fallida regionalización, la corrupción y la enorme desafección ciudadana han dado pie al surgimiento de bandas criminales que someten a gran parte de nuestro territorio.
Pese a lo anterior, no podemos perder de vista que el Perú tiene todo para salir adelante y ha mostrado una resiliencia extraordinaria. No podemos perder de vista los activos que aun tenemos y que nos permitirían retomar el rumbo del progreso y el bienestar de la ciudadanía. Solo para mencionar tres fortalezas: contamos con fundamentos macroeconómicos muy sólidos que han permitido resistir situaciones límite; la apertura comercial se ha mantenido firme ante la tentación del proteccionismo, evidenciada por el despegue de sectores transables de talla mundial; y tenemos un marco constitucional que sigue protegiendo las libertades económicas para generar riqueza.
Estos atributos son muy importantes. Tenemos que protegerlos y nos debieran servir para enfrentar los retos que aún tenemos como país. Pero para ello, requerimos de un liderazgo efectivo y decente que permita reconciliarnos entre peruanos y avanzar con una agenda de comunes denominadores. No podemos ser el país de las oportunidades perdidas. Salir de esta situación finalmente dependerá de nuestra capacidad de anteponer el bien colectivo antes que el individual. ¡Felices fiestas!