No hay que soñar despiertos
Por: Carlos Meneses
“El gobierno tiene que tener la valentía de enfrentar una situación como la que tenemos. Debe hacerlo con el valor de los grandes de ayer, con decisiones justas y sin ningún interés subalterno”.
Todo aquel que tiene la responsabilidad de conducir hogar y de hacer frente a una coyuntura como la actual, está obligado a ser muy cuidadoso especialmente para no asumir compromisos que pongan en peligro las condiciones básicas que para vivir requieren quienes de ellos dependen.
Esta tarea de prudencia y también de seguridad, exige a todo aquel que se considera responsable de los destinos de una casa o de una nación a ser cauteloso y aceptar la postergación de lo que no es absolutamente indispensable con relación a la situación en la que se vive. Es irresponsable pretender invertir dinero que precisamos para lo más elemental en algo que no sea fundamental para la conservación de la vida y la educación.
Así como hoy día se considera inconveniente hablar de cambio de sistemas económicos o políticos, también es un absurdo que alguien que está a punto de dejar una entidad estatal pretenda o inicie reformas al interior de la misma. Evidentemente muchos considerarán que esta tarea es superflua y opinarán que la labor de quienes están por irse de la función pública es poner las cosas en orden y dar respuesta a lo elemental. Qué no nos vengan hablar hoy día de estudios para traer tranvías o trolebuses.
Tenemos que ajustarnos el cinturón para tener pan que llevar a la boca, cuidar del vestido, de la salud, de reducir los consumos en lo que sea posible para defender la vida, para estudiar y para rodear de protección a los más débiles.
Las demandas están siendo requeridas a gritos por masas enormes de informales y desempleados. Eso es lo primero y así como elogiamos el que más de 100 arequipeños hayan acudido al llamado de donar sangre a los hospitales locales, así también debemos ser generosos para preocuparnos por las grandes mayorías sufrientes.