El Congreso en su hora cero
Por: Cecilia Bákula – El Montonero

En las últimas semanas hemos visto cómo, cual piezas de teatro perfectamente afiatada en sus escenas, se iban dando pasos para llegar a este momento decisivo en la vida de nuestro sistema democrático. Por un lado, diversas voces se elevaron al interior del Congreso exhortando, convocando, proponiendo una acción orientada a la vacancia del presidente, pero no se hizo más, no se dio el siguiente paso. Cómo si el mero enunciado pudiera tranquilizar las conciencias, y no fuera necesario tomar acciones contundentes que sean el respaldo de lo que se dice. A eso se llama haber llegado al nivel de la conciencia cauterizada; es decir, solo me complace y no me confronta.

Pero el día de hoy, las condiciones han cambiado un tanto porque, desde mi perspectiva, el último y cuarto gabinete, es decir el que encabeza el Sr. Torres, pareciera tener la silenciosa voluntad de arrinconar al Legislativo y llevarlo, y con ello a todo el país, a una inminente situación de confrontación que, sin duda, terminará por opacar cualquier posibilidad de reacción del Congreso. Tras una apariencia de capacidad de conversar, concertar y convocar, se oculta una aparente y decidida voluntad de quitar del camino toda posible oposición a un sistema que va llevando al Perú al despeñadero. Ya no se trata solo de una ideología, se trata de una evidente incapacidad para tomar una línea de conducción que pueda asociarse a un futuro mejor y diferente.

Otro elemento nuevo es el histórico y patriótico actuar de un grupo de ciudadanos –conformado por Fernán Altuve-Febres, Ángel Delgado Silva, Lourdes Flores Nano, Hugo Guerra Arteaga y Francisco Tudela van Breugel-Douglas– que ha presentado una denuncia constitucional contra el sr. Pedro Castillo por traición a la patria, al considerar que, en su calidad de presidente de la República, ha infringido los artículos 32, 54, 110 y 118 incisos 1, 2 y 11 de la Constitución Política del Perú. Esta denuncia ha sido acogida, por mayoría, por la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales y se ha convertido en la herramienta más valiosa con que cuenta el Congreso si quiere hacer honor a su responsabilidad y a su voluntad de pasar a la historia como un poder del Estado que, en horas aciagas, sabe y quiere dar la talla. Y también de demostrar al país que la democracia es posible, que el sistema republicano debe ser defendido y que nos enfrentamos a momentos decisivos respecto al futuro de nuestra ya frágil institucionalidad. Esta es la última oportunidad antes de que sea del todo evidente que –por voluntad propia– la capacidad de actuar del Congreso quede del todo minimizada hasta la extinción.

Ya es difícil dejar de reconocer que, aun siendo una débil y muchas veces pálida oposición, el Congreso parece ser un estorbo para los planes totalitarios que se quieren imponer. Es por todos conocido que se ha ido copando las diversas esferas del sistema administrativo nacional, y que poco importa la idoneidad de quienes asumen la responsabilidad de cargos importantes. Solo interesa la fácil prebenda pues el país, como tal, no está dentro de los intereses fundamentales de quienes ahora, han acaparado el poder. La repetitiva mención, casi cual cantaleta de la palabra “pueblo” es solo eso, ya una palabra vacía a la que se le ha quitado todo valor, pues no se entiende que ese pueblo somos los más de 30 millones de ciudadanos. Y que es a ese pueblo, al que se está mutilando el futuro, el progreso, las mejoras, la salud, la educación.

Si el Congreso no toma este “salvavidas” que ciudadanos patriotas y valientes le ofrecen, estaríamos ante la comprobación de que la incapacidad no solo se ha asentado en quienes están en Palacio de Gobierno y de él dependen, sino que –unida a una cierta tibieza, algo de miedo y no pocos intereses particulares– estarían dando el tiro de gracia al país. A estas alturas, de nada serviría darle o no el voto de confianza al nuevo gabinete, nada de balas de plata, ni de oro ni de platino. No hay que olvidar que, por miramientos y complacencia, se le ha dado ya la confianza a otros tres gabinetes. En política, la audacia, la rapidez y la oportunidad son las que marcan el sendero de la victoria. Y en tanto las cartas están echadas y las escenas de la obra de teatro, desplegadas ya en el escenario, dependerá de quien sepa utilizarlas a su favor.

No cabe duda que en esta hora cero, el Congreso y sus miembros tendrán que responder ante la historia, sus conciencias y sus electores y está en sus manos, en manos de quienes tienen principios y los cumplen, el destino del país y al interior del parlamento, es indispensable unirse sin cálculo pequeños e infantiles pues lo que se juega no es una curul, se juega el destino de millones. Es una lástima ver como no existe una voz que lidere los intereses de la Patria lo que, a la larga, demuestra una severa falta de visión en cómo se están jugando las cartas en este momento.

Dejemos de estar en nuestra zona de confort y veamos que las sombras de un futuro nefasto se ciernen con mucha cercanía sobre nuestro maravilloso Perú. Que por lo menos, veamos que 87 valientes salen al frente a defender a la Patria en el Congreso de hoy.

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