Los liderazgos en la política
Por: Carlos Hakansson – El Montonero

Los líderes no nacen, se hacen. Es la frase que viene a la mente cuando observamos al presidente de Ucrania al frente de una guerra en la que Occidente lo ha dejado solo contra la Rusia de Putin. Volodímir Zelenski, licenciado en derecho, más conocido como actor y comediante, alcanzó la presidencia de su país venciendo a la clase política como todo un outsider. Su victoria en la segunda vuelta por 73.22% de los votos en 2019 derrotó al entonces titular de la jefatura de Estado, Petró Poroshenko, para convertirse en el sexto presidente de Ucrania. Sin embargo, su sorprendente triunfo en las urnas no se compara con verlo liderar un país casi en escombros y en medio de una guerra. El gobierno de los EE.UU le ofreció sacarlo del país y se negó, más bien pronunció un discurso al Congreso americano para comunicar la situación de Ucrania y lograr movilizar la ayuda internacional para sus conciudadanos.

Durante la Segunda Guerra Mundial el ejemplo paradigmático recae en Winston Churchill, un político que a los 77 años se puso al frente del gobierno británico y de Hitler para liderar con su ejemplo a los ingleses e inspirándolo mediante sus frases inmortales que, hasta el día de hoy, son tan recordadas como repetidas por políticos de todo el mundo. Otro ejemplo, también del Reino Unido, fue Margaret Thatcher, primera ministra conservadora, que fue capaz de liderar un cambio estructural de las políticas económicas del país y el dimensionamiento de su administración, en medio de diversas vicisitudes nacionales e internacionales. Otro caso contemporáneo fue Ronald Reagan, también actor, que ejerció la presidencia estadounidense liderando el crecimiento económico y poniendo fin a la guerra fría con la extinta URSS.

La experiencia nos dice que el candidato presidencial puede estar altamente preparado para el cargo, pero no saber cómo liderar un país. Se trata de dos «frecuencias distintas y no siempre en paralelo». La formación se adquiere con el tiempo (licenciatura, maestría, doctorado, diversos cursos de especialización y una exitosa práctica profesional). El liderazgo político se descubre en el momento justo que debe manifestarse, cuando a partir de la adversidad se sabe encarnar la actitud, sentimientos, temple, coraje y decisión que se contagia a sus colaboradores más cercanos y se expande por todo el país produciendo una sensación de unidad y esperanza.

Si tuviéramos que escoger el perfil del jefe de Estado que necesitamos, el sentido común nos dice que debe tener ambos, formación y liderazgo. Pero cuando la misma institución representa y personifica a toda una nación, el liderazgo adquiere ribetes indispensables, siendo gravitante para conducir y sostener los destinos del país. Un líder convoca a los mejores al gobierno, a la vez de convencer a la ciudadanía que el camino y dirección política es prudente y razonable para afrontar los problemas que su gobierno debe atender y resolver. Un jefe de Estado revela serios problemas de liderazgo si no sabe conformar un gabinete, con coherencia interna y especialistas idóneos al cargo, así cuando tampoco puede conservarlo en el tiempo.

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