Las consultorías en la obra pública
Por: Carlos Meneses

“Las consultorías deben ser objeto de controles, de supervisiones para verificar sus bondades, el cumplimiento de sus plazos y de ningún gasto adicional que no esté suficientemente garantizado”.

Bien se dice que todo error se paga, pero esto es más grave cuando las omisiones o equívocos se cometen en obra que se financia con dinero público o cuando, lo que es peor, se llega a mentir sobre verdades fáciles de entender para dar margen a las adendas que no significan otra cosa que agregados al presupuesto previsto, con maniobras que alargan los plazos de entrega o las exigencias de dinero para que aprovechen terceros de los que es plata de todos.

El Sistema Integrado de Transportes (SIT) ha demandado inversiones de consultoría que suponen 2 millones de soles. Eso no ha sido suficiente para que tengamos un adecuado servicio de transporte urbano acorde con los deseos de la colectividad y los usuarios, pues hasta ahora no alcanzamos las metas deseadas y ya se habla de nuevas formas como la realización de estudios para instalar tranvías o trolebuses o pensar quizá en subterráneos.

Nos han faltado proyectos suficientes, pero particularmente adecuados a nuestra realidad. Nos preguntamos si lo hecho estuvo bien confiado a los escogidos. Ahora se quiere hacer estudios de valoración sobre lo que recibimos a cambio de la inversión, que no resulta suficiente para la población como se ha evidenciado con el reinicio de clases presenciales en colegios y universidades.

Las consultorías muchas veces han resultado puertas abiertas para el enriquecimiento de algunos. Estarían justificadas y serían suficientes si realmente se alcanzaran los objetivos previstos para con ella, pero no es así, igual ha sucedido con las ciclovías. La percepción que esto provoca es que el Estado es ineficiente y siempre actúa como caja de intereses que no son los del bien común.

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