Conocimiento ancestral de los antiguos peruanos
Por: Luis Luján Cárdenas – Periodista y sociólogo

Tenemos mucho que reconocer, aprender, asumir y aplicar respecto del conocimiento ancestral de los antiguos peruanos, especialmente en el tema de la relación dialéctica de los seres humanos con la naturaleza.

Hoy más que nunca lo necesitamos ante la crisis climática global que soportamos y donde el agua aún no es reconocida –en la práctica– por los principales actores políticos como un recurso vital para el futuro de la humanidad y el planeta.

El historiador portugués Luis Ribeiro Tabares (2013), en El agua en las civilizaciones inca y preínca: mito, ciencia y tecnología, resume muy bien el pensamiento prehispánico andino: “Para el hombre andino todo lo que existe se constituye en una unidad, que está formada por las estrellas, el sol, la luna, los seres humanos, los árboles, los animales, las montañas, los ríos, las rocas, etcétera. Todos estos elementos tienen vida y establecen una relación constante y permanente. Así, para mantener una armonía en la relación del hombre con la naturaleza, era necesario un constante diálogo entre todos los elementos de la naturaleza y el hombre”.

Esta cosmovisión fue construyéndose desde la cultura Caral hace 3,000 años a. C., pasando por Chavín, Nasca, Wari, Paracas, Tiahuanaco, Moche, Chimú, entre otras sociedades complejas, hasta el imperio inca, máxima expresión filosófica nativa de América, que tuvo su apogeo en los siglos XV y XVI.

Las civilizaciones preincas e inca, en más de cuatro siglos, lograron amalgamar tal grado de conocimiento, práctica y respeto sobre la intrínseca y vital interrelación ser humano-medioambiente que les permitió sobrevivir, mitigar y construir resiliencia en una difícil geografía marcada por glaciares, cordilleras, desiertos, bosques amazónicos, variabilidad climática, desastres naturales, limitada variedad de alimentos, además de una pluralidad étnica con múltiples lenguas.

Cinco mil años antes que el naturalista prusiano Alexander von Humboldt (1769-1859), en el siglo XIX, ensayara el conservacionismo y se convirtiera en el precursor del ecologismo y de que Ernst Haeckel (1834-1919), biólogo y zoólogo alemán empleara por primera vez el término ‘ecología’ en 1869, ya los habitantes de los Andes hablaban y practicaban todo lo que la ciencia de la ecología plantea hoy, además de un añadido muy importante: lo mágico-religioso-humanista.

Hablamos de sociedad-naturaleza-espiritualidad; esto es, vivir en armonía, equilibrio y paz no solo con la naturaleza, sino con nosotros mismos, practicando ama llulla (la verdad), ama quella (el trabajo y la solidaridad) y ama sua (honestidad), tres importantes valores que vergonzosa y lamentablemente la sociedad moderna, al parecer, está perdiendo.

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