Vincent Van Gogh: una parada en Lima
Por: Cecilia Bákula – El Montonero

Acercarse a la obra pictórica de Van Gogh, cuya leyenda crece y desborda en mucho la imaginación y la realidad, es siempre una oportunidad extraordinaria. Se trata de conocer un poquito más de la obra de este personaje cuya habilidad plástica, percepción de la realidad y características personales, lo han convertido en una de las figuras más emblemáticas del arte del siglo XIX y quizá, de toda la plástica de Occidente.

Nacido en la ciudad de Zundert, Holanda, su vida transcurrió entre diversos avatares y en una búsqueda permanente por ser, asumirse y destacar como artista, como pintor y como creador, en un medio local, luego parisino, que le fue esquivo respecto al reconocimiento, la fama y la gloria. Fue después de su muerte cuando la crítica y los artistas descubrieron el inmenso potencial contenido en cada una de sus obras, producto, muchas veces de sentimientos extremos, angustias y profunda soledad consigo mismo.

Fue su hermano Theo quien se condujo como un referente y apoyo en todo momento y compartió, en interesantísimas misivas, el sentimiento y el pensamiento de su hermano Vincent. La correspondencia entre ellos superó, en conjunto, el millar de cartas que hoy son testimonio inagotable para conocer al hombre, al artista.

Van Gogh pudo captar al hombre de su tiempo, las ciudades, los monumentos, las plazas, iglesias, campos, el paisaje y la naturaleza, sirviéndose de colores intensos trabajados con trazos fuertes, a veces violentos y con un manejo muy particular, atractivo y cautivante que atraen y captan la atención de los observadores. Es muy curioso destacar que en su vida, solo vendió una de sus obras no obstante que luego de su muerte, el valor monetario de cada una de ellas, resultó desbordarse al haberse convertido, sin siquiera saberlo, en fuente de inspiración e influencia para los artistas de su tiempo.

En estos meses, Lima ha recibido la visita, con mucha riqueza técnica y creatividad de la obra de Vincent van Gogh. Sin duda una oportunidad extraordinaria para apreciar la obra de este genio, a la que no es fácil tener acceso si es que no se puede llegar a un museo fuera del territorio nacional.

Bajo el título de “Beyond van Gogh Perú” ha sido posible ingresar de alguna manera al universo de fuerza, color y movimiento del gran Vincent, gracias a una moderna tecnología en donde luces, imágenes y sonido buscan permitir que el visitante se sumerja en ese universo. Si bien el esfuerzo es importante y en ningún caso deja de ser valiosa la oportunidad de conocer más de este gran artista, sí me llamó la atención que la publicidad refiriera que sería posible admirar “300 obras” del artista, pues al ser un novedoso espectáculo en 3D, seguramente se ven más de esa cantidad de obras.

Lo cierto es que la experiencia, en mi caso, resultó del todo positiva, permitiéndome hacer algunas acotaciones que las hago con la más transparente motivación. Una de ellas se refiere a la cantidad de textos que el visitante debe leer y que, si bien se refieren a explicaciones de la obra en general y son extractos de cartas entre los hermanos van Gogh, no sentí que esa extensa lectura significara una comprensión mayor ni de la obra, ni del personaje, ni de lo que sería es espectáculo posterior.

En una amplia sala, sin nada más que el visitante y la obra, quienes ingresan se ven sumergidos en un universo extraordinario de imágenes, colores, música adecuada y secuencia infinita de obras, fragmentos y fotos de los distintos cuadros, los más destacados del artista. Las imágenes envuelven al visitante ya que se proyectan en paredes, columnas, piso y techo y ello crea un ambiente de inmersión, pero no necesariamente de adecuada información respecto a lo que se ha visto.

Reconozco que el esfuerzo es grande y que Lima recibe muy pocas veces este tipo de espectáculos que terminan siendo, más que nada, una muy rica experiencia sensorial y no necesariamente una vivencia académica. Lo cierto es que de una forma singular e impactante, nos acercamos a la obra de este genio.

La experiencia resultó muy positiva y, si pudiera hacerse una sugerencia, sería que se dieran horarios de precio popular porque el costo de la entrada, sin importar si son niños o adultos, es bastante elevado para el promedio del ingreso de los limeños.

Esfuerzos como los que se han desplegado a nivel técnico y de organización, que es impecable, debieran permitir una apertura mayor con precios accesibles a la mayoría, en horarios particulares, a fin de que el beneficio de este espectáculo, pudiera redundar en mayor cantidad de personas y darle a los ciudadanos, la oportunidad de tener esa experiencia “inmersiva” en la obra de uno de los genios de todos los tiempos.

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