LA PROCESIÓN DE LOS FIELES
Por: Por: Mateo Garzón

Demostración de devoción y respeto a las tradiciones arequipeñas manifestaron espontáneamente la noche del Viernes Santo un nutrido grupo de fieles.

Hace unas semanas se dio a conocer el comunicado general de la Hermandad del Santo Sepulcro, mediante el cual informaban a la colectividad arequipeña la decisión de los padres del Convento de Santo Domingo de no permitir la realización de la tradicional procesión del Santo Sepulcro, principal manifestación religiosa de la Semana Santa Arequipeña. Quisimos entrevistar varias veces al superior de dicho convento, Padre Daniel Medina, sin éxito alguno. Y, ante tal prohibición acérrima de los padres del Convento de Santo Domingo, un centenar de fieles devotos del Santo Sepulcro se dieron cita, como de costumbre, en las afueras del Templo de Santo Domingo para esperar que saliera la procesión. Algunos devotos escandalizados por esta prohibición, sin justificación válida por parte del Prior del Convento Daniel Medina, y según las informaciones acerca de la buena disposición de las autoridades civiles, entre ellos el Alcalde Omar Candia, el prefecto Yeremi Torres hasta del propio Arzobispo de Arequipa, Javier del Rio, los padres dominicanos no dieron la autorización y empecinados en su decisión no contemplaron la posibilidad que en el presente año, esta tradicional procesión de Viernes Santo, se reanudara y saliera a recorrer las calle de la ciudad, impidiendo a toda la feligresía manifestar públicamente su veneración al Señor del Santo Sepulcro a y la Virgen de los Dolores por tercer año consecutivo a consecuencia de la pandemia por la COVID-19, y éste año sin causa mayor, cuando hemos visto estadios llenos, sin aforo ni distanciamiento social, así como también, otras procesiones durante estos días con. En pocos minutos se fue reuniendo varias decenas de fieles, la gran mayoría vestidos de negro, como es tradición en nuestro pueblo católico en este día, proveídos de instrumentos, un parlante casero, velas encendidas y portando una gran cruz de madera. A las 19 horas, hora en la cual salía la procesión, empezaron el recorrido por las calles del centro histórico por donde suele pasar el Santo Sepulcro, ante la mirada y recogimiento de los transeúntes y la compañía de la Policía Nacional del Perú. Al son de las marchas fúnebres, típicas de esta procesión, fueron rezando oraciones mientras una joven violinista y un cantor empezaron a interpretar el famoso y tradicional Miserere Arequipeño, otra pieza musical de la procesión del centro de la ciudad. La emoción no se podía contener al ver que cada vez más fieles llegaban a esperar, en el lugar de costumbre ver pasar al Santo Sepulcro, se daban con la sorpresa que se trataba de una procesión de protesta ante tal prohibición y se sumaban a ella; familias enteras se congregaron en las gradas de la Catedral y portales de la Plaza de Armas, lugar donde usualmente muchos fieles esperan ver al Señor yacente y a la Virgen de los Dolores. Un hecho especial fue la cantidad de jóvenes quienes se iban sumando a esta manifestación de devoción que está fuertemente arraigado en Arequipa, sobre todo si se trata de la procesión del Santo Sepulcro de Santo Domingo por ser la más sobria, ordenada y antigua de la ciudad a la cual han asistido generaciones innumerables de arequipeños y evoca el sentimiento noble de aquellos que quieren a Dios y respetan y trabajan por perennizar las tradiciones. Al término de ésta, la gran cruz fue colocada en la reja de la Iglesia de Santo Domingo, la misma que se encontraba cerrada, recibiendo la veneración de los fieles. No hay duda que nuestra ciudad sigue siendo revolucionaria y defensora de sus tradiciones religiosas, estando a la vanguardia de defenderlas ante quienes quieran atentar contra ella.

Esperamos que al próximo año no se tenga que repetir esta crónica y que los padres dominicos se den de su gran error al prohibir una actividad de la cual ellos, ni la hermandad o autoridad alguna le concierne, porque esta procesión de Semana Santa le pertenece íntegramente a toda la ciudad de Arequipa y en ella ha tenido su máxima expresión.

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