HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia

A lo largo de los últimos diez años un “concepto malintencionado” ha llenado la mente de miles de millones de personas en el mundo y ha tergiversado nuestra visión de la convivencia social.

¡Las personas tóxicas no existen! Todas las personas que nos rodean están para enseñarnos y alegrarnos

De pronto y al unísono se generaron varias publicaciones en relación a las “personas tóxicas” y muchos lectores en muchos rincones de la humanidad asumieron dicho concepto como una verdad incólume y dictaron los principios de su vida al amparo de dichas definiciones.

La mayoría de textos revisados coincide en señalar que “una persona tóxica es aquella que afecta directa y negativamente a sus más cercanos debido, entre otros aspectos, a su personalidad egocéntrica y narcisista. Una persona tóxica tiene patrones típicos de un egocéntrico como, por ejemplo, el de ser poco empática con relación a lo que piensan los demás. Además, adopta una personalidad narcisista al menospreciar las ideas de los otros”.

En razón a lo antes expuesto se han desarrollado infinidad de textos y tratados que definen las características de estas personas en el ambiente familiar, académico, laboral y hasta en la relación de pareja.

De pronto “toda aquella persona difícil de tratar socialmente” ha pasado a formar parte de la interminable lista de personas tóxicas a nivel mundial y, de pronto, la acuñación del término “persona tóxica” ha generado que muchas personas evadan sus responsabilidades y compromisos bajo la excusa “es que mi jefe o pareja o tal persona con la que debo involucrarme es tóxica y no se puede vivir o trabajar con él”.

A lo largo de la historia se ha estudiado mucha la personalidad del ser humano y distintos sistemas de clasificación nos han evidenciado que hay personas con caracteres difíciles y complicados; pero toda esa línea de investigación nunca nos ha invitado a rechazar a ser humano alguno por su forma de ser.

Dentro de la línea de trabajo de la psicología positiva y del desarrollo de la inteligencia socio emocional las personas tóxicas no existen; lo que existe son seres humanos únicos y maravillosos que están en nuestro entorno con dos finalidades: enseñarnos o alegrarnos.

Los padres y maestros maravillosos a diario enseñan a sus hijos a valorarse y a valorar de modo complementario a cada ser humano que nos rodea. Aquel ser humano que se ama con pasión y conciencia podrá proyectar los mismos sentimientos a las personas de su entorno.

Aquel que se ama se conoce y en el proceso de descubrir ¿quién es? identifica a un ser humano en proceso de construcción, a un ser humano que cada día comete errores y que en cada nuevo amanecer se compromete a ser mejor que el día anterior.

Aquel hijo que se crío al amparo de padres maravillosos y llenos de amor sabe que cada ser humano es imperfecto y que cada día tenemos la hermosa oportunidad de aprender de cada uno de nuestros errores, y sabe, que uno de los regalos más bellos de la vida es aprender de los errores y aciertos de los demás.

Cada ser humano es una fuente de aprendizaje inmensa, cada ser humano de este mundo está ahí para enseñarnos claramente lo que debemos hacer y para enseñarnos, con mucho esfuerzo, aquello que no debemos hacer.

Las “supuestas personas tóxicas”, desde el punto de vista de la inteligencia socio emocional, son maestros en potencia que buscan desarrollar en cada uno de aquellos que le rodean una serie de capacidades como la tolerancia, paciencia, entendimiento y comprensión, capacidades que bajo otro escenario sería difícil desarrollar a conciencia.

Las “supuestas personas tóxicas” están ahí para sacar lo mejor de cada uno de nosotros, son esos seres humanos que buscan dar esa vuelta de tuerca necesaria para poder aceptarnos y valorarnos tal y cual como somos, y aceptar y valorar a plenitud a todos aquellos que nos rodean.

Aquellos hijos maravillosos que aprendieron en sus hogares a valorar cada una de sus capacidades desarrolladas y aquellas que están en proceso de desarrollo se alegran cada vez que en su entorno encuentran a un ser humano complejo y difícil, se alegran porque saben algo que aquellos que no se conocen ignoran: en esas personas esta la mayor posibilidad de desarrollar nuestras capacidades socio emocionales, y en ese aprendizaje está también la base de las alegrías renovadas.

Aquella persona que renuncia al aprendizaje con las “supuestas personas tóxicas” pierde la oportunidad de mejorar su bagaje de sabiduría y deja de experimentar nuevas alegrías.

El Maestro de la Comprensión, hace dos mil años en Israel, nos dejó un mensaje psicoterapéutico maravilloso “ámense los unos a los otros cómo yo les he amado”. El Maestro Jesús nunca contempló en su pensamiento la sola posibilidad de definir a un ser humano como “tóxico”; para él, cada ser humano era un mundo intenso y fabuloso por descubrir.

Dejemos de lado la moda de llamar a aquellos cuyas conductas rechazamos “como tóxicos”; quizá lo que muchos vean en aquellas personas no sea más que el reflejo de alguna capacidad que aún no han podido desarrollar y que les genere malestar.

Cuando aprendamos a valorar sinceramente a cada persona de nuestro entorno podremos tener la paz para conciliar el más dulce de los sueños y cuando compartamos, como padres y maestros maravillosos, éste aprendizaje con nuestros hijos, podremos sentir que nuestra misión en esta vida quizá ya ha sido cumplida.

DATO

“Aquel que ama la vida ama apasionadamente las capacidades desarrolladas y proceso de desarrollo que viven en uno y que existen en todos aquellos que le rodean; el que ama la vida valora lo que hay en el mundo interior y valora más lo que hay en el mundo que nos rodea, en cada maravilloso ser humano que está ahí para enseñarnos algo o que sencillamente está ahí para que seamos felices”.

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