Perdiendo la batalla por no usar las balas
Por: Juan Sheput – El Montonero
No hay nada más absurdo que perder una batalla por ahorrar municiones. O peor aún, no usar las municiones pensando en que llegará un mejor momento. El hombre de acción, a decir de Max Weber, sabe usar sus balas pues es capaz de determinar la oportunidad, el momento adecuado, el kairós de los griegos que, traducido libremente al español, no es otra cosa que el tiempo oportuno. Es atributo de los políticos el poder identificarlo.
Nuestro Congreso se niega a usar sus “balas de plata”. Por eso se envalentona el presidente Pedro Castillo y permite que un personaje menor, pero atrevido, como Aníbal Torres se pasee a sus anchas con su demagogia simplona y con sus amenazas disparatadas. El Congreso, al negarse a censurar a un funcionario que bien lo merece, no solo pierde autoridad y credibilidad sino algo peor: poder. Y un Congreso sin poder es una entidad sin mayor importancia.
Si el Congreso no hubiera permitido que un individuo del nivel moral de Guido Bellido acceda al inmerecido cargo de presidente del Consejo de Ministros, el mensaje habría sido dado: el parlamento hará respetar su función, constitucionalmente, así corra peligro su permanencia. Pero no fue así, optó por la debilidad y la “debilidad nunca termina de pagarse”.
En estos momentos el Perú se encuentra entrampado, a pesar de haber fórmulas constitucionales para salir del problema. Pero no se ponen en práctica simplemente porque el Congreso piensa en su supervivencia. No existe un sentido patriótico, y así ponen en peligro la misma supervivencia del Estado. De ello ya se dieron cuenta Pedro Castillo, Vladimir Cerrón y los asesores extranjeros que, de hecho, los rodean. Se han dado cuenta de la pequeñez política de quiénes deben ejercer un control sobre sus acciones, por eso actúan como se les viene en gana.
Tampoco hay realismo, y sin él es muy difícil actuar políticamente. Fujimori fue realista cuando en el 2000 renunció por fax y convocó a elecciones. El Congreso elegido en ese año fue igualmente realista y se autodisolvió acortando su mandato. Realistas fueron PPK y Manuel Merino cuando renunciaron, y realista fue Vizcarra cuando aceptó el mandato del Congreso que lo vacaba. No son realistas los miembros del actual Congreso que quieren buscar soluciones extrañas, tampoco lo son los empresarios novatos en política que creen que las elecciones no deben ser generales sino solo presidenciales.
Estamos entrampados, pero hay solución. Todo depende que se usen las balas y se ejerza el realismo.