LA SITUACIÓN EN IRLANDA DEL NORTE DESPUÉS DEL BREXIT
Por: Anthony Medina Rivas Plata – Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM

La salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), el llamado ‘Brexit’, inició como producto de un referéndum realizado en junio del año 2016 en donde participaron más de 33 millones de personas; dando como resultado un 51.89% favorable al retiro (‘leave’) de dicha organización internacional. Hasta el día de hoy este hecho viene generando problemas en Irlanda del Norte, uno de los cuatro países que conforma la unión (junto con Inglaterra, Gales y Escocia) debido a las consecuencias en el comercio fronterizo con la vecina República de Irlanda, que al ser un Estado independiente ha mantenido su posición dentro de la UE. Irlanda del Norte votó a favor (56%) de quedarse en la UE debido a su preocupación por la posible imposición de una frontera migratoria y comercial (‘hard border’) con el resto de la isla de Irlanda, la cual, como ya dijimos, al ser un Estado independiente, no forma parte del Reino Unido. Esta situación se genera debido a que ejecutar el Brexit implica también salir del Tratado de Libre Comercio y de la unión aduanera de la UE. De igual manera, preocupa el resurgimiento de tensiones ultranacionalistas que puedan alterar el proceso de paz que se implementó en el país desde 1998.

El Acuerdo de Retiro que se firmó en enero de 2020 prevé que la región formará parte nominal del territorio aduanero del Reino Unido, pero conservará estrechos vínculos con la unión aduanera de la UE (así como de las regulaciones del mercado único sobre productos manufacturados y agrícolas) con el objetivo de permitir que continúe el comercio sin obstáculos entre las dos partes de la isla de Irlanda. El Acuerdo todavía está en proceso de implementación, pero hay gran preocupación sobre una afectación del comercio y la inversión debido a las restricciones migratorias (gran cantidad de ciudadanos de la UE viven y trabajan en Irlanda del Norte), así como de la pérdida de fondos comunitarios. También hay implicaciones políticas de fondo, ya que el Brexit ha vuelto a poner en discusión la unidad de Gran Bretaña de cara a la unidad europea, a pesar de su evidente posición geográfica, así como de la alteración del statu quo en la relación existente entre la Corona y los cuatro países que componen el Reino Unido.

En el caso particular de Irlanda del Norte, existe la preocupación de que el Brexit pueda reavivar el conflicto entre los nacionalistas católicos que afirman vivir bajo una ocupación extranjera impuesta por Londres, y de los ‘unionistas’ protestantes que quieren que el país siga siendo parte del Reino Unido. Cabe recordar que Irlanda se dividió en 1921, después de un conflicto civil de cinco años; y como consecuencia de esto, la parte sur de la isla se convirtió en el Estado Libre de Irlanda y, posteriormente, en la República de Irlanda. Del otro lado, los seis condados que conformaban Irlanda del Norte decidieron ser parte del Reino Unido, con una población mayoritariamente protestante.

A la partición de la isla se opuso la minoría nacionalista que todavía vivía en Irlanda del Norte, la cual en su mayoría quería vivir en una Irlanda unida e independiente. Las tensiones entre nacionalistas y unionistas fueron creciendo desde entonces, con lo cual inició el llamado ‘Período de los Problemas’ (‘The Troubles’) que duró entre 1968 y 1998. Durante estos treinta años de violencia política se militarizó el país, con lo cual murieron 3,600 personas y miles resultaron heridas como producto del fuego cruzado entre ambos bandos. Luego de 30 años de combates, el Acuerdo de Belfast (‘Good Friday Agreement’), firmado el Viernes Santo de abril de 1998, fue un paso importante para poner fin a la violencia y sellar el status de Irlanda del Norte como parte orgánica del Reino Unido. Este acuerdo determinaba que: 1). Irlanda del Norte tendría un gobierno parlamentario propio dirigido por una Asamblea que reuniría a nacionalistas y unionistas, con lo que el Primer Ministro sólo podría ser elegido si cuenta con el visto bueno de ambas partes. 2). Se crea un Consejo de Cooperación y Coordinación entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. 3). Se crea el Consejo Británico-Irlandés para establecer un diálogo directo entre Londres y Dublín. 4). Se declara que Irlanda del Norte sigue siendo parte del Reino Unido; permitiendo que, en caso una mayoría lo requiriera, se pueda organizar un referéndum sobre algún tipo de cambio de status.

Como consecuencia del Acuerdo de Viernes Santo, la violencia ha disminuido al mínimo, aunque no todas las tensiones sectarias han desaparecido. Todavía existen algunos ‘muros de paz’ que separan a barrios católicos y protestantes, a la vez que la cooperación entre los dos principales partidos, el Partido Unionista Democrático (‘Democratic Unionist Party’, DUP) y el Sinn Fein (con presencia en las dos Irlandas) no está libre de tensiones. A pesar de todo, las perspectivas para la paz siguen siendo positivas, ya que según una encuesta del año 2018, el 50% de los irlandeses no se considera nacionalista ni unionista, con lo que se podría inferir que las diferencias sectarias se vienen diluyendo progresivamente. De igual manera, desde 1998 se ha desmilitarizado la frontera entre las dos Irlandas, permitiendo que la gente pueda cruzar de un lado a otro libremente sin pasaporte; mientras que en paralelo se dispuso que la frontera operara sin controles aduaneros debido a la inclusión del Reino Unido en el mercado común europeo.

No existe una solución clara con respecto al nuevo status de la frontera entre las dos Irlandas a causa del Brexit. El dilema consiste en cómo mantener una frontera abierta, cuando las dos partes pertenecen a territorios aduaneros distintos (Irlanda del Norte en el Reino Unido y la República de Irlanda en la Unión Europea). Dada la profunda integración económica entre las dos mitades de la isla, restablecer una frontera migratoria y comercial sería perjudicial para todos los involucrados, así como un revés para el proceso de paz logrado por el Acuerdo de Viernes Santo; sobre todo si consideramos que tener abierta la frontera entre las dos Irlandas es uno de los principales símbolos de la reconciliación entre los grupos beligerantes. Por ello, si bien la UE ha insistido repetidamente en que la frontera debe permanecer abierta a pesar del Brexit, sin controles aduaneros no es posible garantizar que las mercancías que entren a la República de Irlanda desde Irlanda del Norte cumplan con la normativa europea.

A la fecha, no hay avances en ese sentido. A pesar de haberse retirado de la Unión Europea desde el 1 de febrero de 2020 y haber formalizado su salida del mercado común y de la unión aduanera el 31 de diciembre de ese mismo año; la situación internacional generada por la pandemia mundial del COVID-19 y la guerra en Ucrania han obligado a Londres a postergar la implementación de los nuevos controles aduaneros post-Brexit hasta fines del 2023.

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