Rezagados en sostenibilidad ambiental
Por: Martín Taype – El Montonero
Encontrándonos en un entorno incierto y cambiante en el ámbito económico y geopolítico, además de golpeados fuertemente por la pandemia de covid-19 (la cual aún no acaba y continúa evolucionando, como con la variante XE que está golpeando al hemisferio norte), las organizaciones deben adaptarse a los cambios. Pero para hacerlo exitosamente es importante que los países se orienten a una economía sostenible ambientalmente que les permita invertir y fomentar la investigación para el desarrollo de nuevos productos o servicios que impacten positivamente al medio ambiente, a efectos de ser más competitivos en el mercado y cada vez más eficientes y eficaces.
Para ello es necesario el monitoreo de los avances de las economías respecto de su preparación para afrontar el cambio climático y adaptar su matriz energética, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y generar políticas de largo plazo que incentiven el cambio. En ese sentido, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) acaba de presentar los resultados de The Green Future Index 2022, el cual, en su segunda edición, muestra el progreso que 76 economías han tenido en términos de su preparación para un futuro sostenible. Este índice está compuesto por cinco indicadores: i) emisión de carbono, ii) transición energética, iii) sociedad verde, iv) innovación limpia, iv) política climática.
De acuerdo con cifras del índice, el Perú ocupó la posición 67 en la última edición. Este resultado significa el retroceso en una posición con respecto a la edición de 2021. En términos de los pilares que componen este indicador, el país ocupa sus mejores posiciones en los pilares de Emisión de carbono (puesto 43), Transición energética (puesto 33) y Sociedad verde (puesto 43); sin embargo, en estos tres se evidencia un rezago de competitividad, dado sus retrocesos con respecto a la edición anterior. Por el contrario, el Perú se encuentra significativamente rezagado en los pilares de Innovación limpia (puesto 63) y Política climática (puesto 63).
En la citada publicación, el pilar de Innovación limpia mide el entorno de innovación para la reducción en las emisiones de carbono, tales como la participación de patentes vinculadas con la sostenibilidad ambiental, inversiones en energías limpias e inversiones en tecnología para el consumo de alimentos. Por su parte, el pilar de Política climática incluye las iniciativas financieras estatales para la reducción de emisiones de carbono, la política de sostenibilidad agrícola y el uso de recuperación económica pospandemia para la recuperación ambiental.
Estos resultados son preocupantes. A fin de generar cambios fundamentales en los incentivos para invertir en sostenibilidad ambiental, es importante continuar en la búsqueda de instrumentos financieros que promuevan la inversión de proyectos sostenibles, así como establecer mecanismos desde el Gobierno con el objetivo de generar un entorno favorable para la sostenibilidad ambiental en la sociedad, aquí el sector privado juega un rol muy importante. Así, con el apoyo de la red de Centros de Innovación Tecnológica y Empresarial del Ministerio de la Producción, se espera que más micro y pequeñas empresas implementen procesos productivos sostenibles. Pero para ello es muy importante generar confianza en los agentes económicos y en la población, generando estabilidad política, respetando el marco constitucional vigente y no flexibilizando los protocolos de bioseguridad.
En tal sentido, la transformación al modelo de economía circular es fundamental para alcanzar un desarrollo sostenible y lograr los objetivos en los que nuestro país está involucrado; como el Acuerdo de París, ratificado en el año 2016, y la Agenda 2030. Es verdad que ha habido avances, pero resultan aún insuficientes. Es fundamental seguir trabajando para alcanzar mayores niveles de circularidad en nuestra economía; por ello el reciclaje y la inversión en proyectos sostenibles serán claves para lograrlo. ¡No quedemos rezagados en sostenibilidad ambiental!