Golpe a la cultura
Por: Luis Gonzales Posada – El Montonero
Hace cinco años y siete meses publiqué un artículo titulado “Salvemos el Archivo de la Nación” (Setiembre 2017/Político.pe). Durante un largo periodo –que comprende los gobiernos de Humala, PPK, Vizcarra, Sagasti y ahora Castillo– advertí reiteradamente la grave situación en que se encontraba el Archivo de la Nación, demandando la construcción de una nueva sede, con amplios y climatizados ambientes. Toqué las puertas de cuanto ministro y parlamentario encontré, pero todo resultó inútil. El tema no interesaba.
La situación continuó deteriorándose, incluyendo robos de valiosos documentos históricos, un incendio y una inundación ocurridos el 2020. Y ahora el Archivo de la Nación está a punto de ser desalojado por el Poder Judicial. Un local moderno local costaría S/ 400 millones y estaría concluido en tres o cuatro años, según sostiene el jefe institucional, Ricardo Moreau. Reproduzco el artículo citado con la esperanza que el régimen actual pueda emprender esta obra.
El Bicentenario de la Independencia es una magnífica ocasión para impulsar una cruzada cívica sustentada por principios y valores, y que contribuya a compactar la desarticulada sociedad peruana. También es la oportunidad para desarrollar proyectos trascendentales de abastecimiento de agua para Lima y otras regiones del Perú, de carreteras y vías férreas, de mejora de nuestra red hospitalaria, de calidad para la educación y del sistema de seguridad ciudadana. Hay suficientes recursos económicos para hacer obras, a pesar del despilfarro de dinero en cuestionados proyectos, como la Carretera Interoceánica, la vía 2 del Metro, el Gasoducto del sur o el aeropuerto de Chinchero.
Y así como toda esta infraestructura es necesaria, también el Gobierno tiene la responsabilidad de salvaguardar nuestra herencia. Resulta ineludible, entonces, la construcción de un nuevo local para el Archivo General de la Nación, porque el actual (que funciona en el sótano del Palacio de Justicia, al costado de la carceleta) es completamente inapropiado para custodiar 29,000 metros lineales de documentos, equivalentes a 28 kilómetros de extensión.
En ese espacio reducido –con escasa ventilación y abundantes ácaros, cargado de hongos que destruyen o dañan valiosos legajos y carentes de un ambiente adecuado para el trabajo de los investigadores– se conservan colecciones de documentos que van desde el siglo XVI hasta el XIX. Entre otros, las escrituras de Francisco Pizarro y Diego de Almagro, del Inca Garcilaso de la Vega, San Martín de Porras y el testamento de Pedro Manuel, conocido como “El Griego”, del año 1613, que demuestra que el pisco es oriundo del Perú.
Ese pequeño y húmedo local también resguarda otras joyas valiosas, como Reales Cédulas, Provisiones y Bandos de los Virreyes del periodo comprendido entre 1558 y 1824; así como documentos de la Real Audiencia de Lima, del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, de la Compañía de Jesús y árboles genealógicos, de tierras y comunidades. Además, en el archivo republicano están ordenados escritos con las firmas de San Martín, Bolívar, Ramón Castilla, Miguel Grau, Andrés Avelino Cáceres y otros ilustres compatriotas.
Su importancia para los altos intereses del Estado quedó evidenciada hace algunos años, durante el litigio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, cuando el Archivo de la Nación facilitó a nuestra Cancillería la Resolución Legislativa 12305 de 1955, que aprobó los acuerdos suscritos con Chile y Ecuador en la Primera Conferencia sobre la Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur.
Dadas estas consideraciones, se hace urgente contar con un moderno y bien equipado local para esa institución. No podemos recibir el Bicentenario sin una política adecuada para estos importantes expedientes, y sin poner en valor la labor de profesionales altamente capacitados. Profesionales que, sin embargo, reciben una remuneración irrisoria y ofensiva por el complejo trabajo que realizan en silencio y con amor, sin provocar disturbios ni bloquear carreteras para que los reivindiquen.
Queda muy poco tiempo para una obra de esa magnitud. Ojalá que a alguien le interese hacerla realidad.