EL GAS COMO HERRAMIENTA DIPLOMÁTICA EN LAS RELACIONES DE RUSIA CON EUROPA
Por: Anthony Medina Rivas Plata – Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM

Una pregunta domina la industria energética a nivel mundial: ¿Qué pasará con las relaciones entre Rusia y Europa si el presidente Vladimir Putin decide cerrar súbitamente sus suministros de gas natural hacia el oeste? El día 21 de julio, la empresa estatal rusa de energía, Gazprom, reabrió el suministro del gasoducto Nord Stream 1 que va de Rusia a Alemania, luego de diez días de cierre argumentando la necesidad de realizar ‘operaciones de mantenimiento’; después de haber reducido su producción a menos del 40% de su capacidad. Actualmente existe una creciente preocupación entre los líderes europeos de que el gobierno ruso realice futuros cortes de más largo plazo.

Los temores por el suministro de gas han llevado a las naciones de Europa a aumentar rápidamente su capacidad de almacenamiento antes del invierno, incluso recurriendo a otras fuentes, como la compra de gas natural licuado (GNL) transportado por tanqueros de los Estados Unidos. Por el contrario, las naciones con vínculos más cercanos con Rusia, como Bielorrusia y Turquía, han visto pocas interrupciones.

Ciertamente, los cortes de energía rusa a Europa no son una novedad si consideramos que sus relaciones económicas han estado marcadas por diversos roces diplomáticos durante las últimas dos décadas. En particular, la situación en Ucrania ha llevado a Moscú a restringir los envíos de gas a Europa al menos en tres ocasiones en los años 2005, 2009 y 2017. Con la guerra en Ucrania, se prevé que esta situación se irá volviendo cada vez más frecuente si consideramos que para Rusia, los hidrocarburos, más que recursos naturales, son herramientas diplomáticas puestas al servicio de la política exterior del Kremlin.

Aplicando cortes y reconexiones de suministros energéticos de manera estratégica, Rusia busca debilitar a los aliados del gobierno ucraniano de Volodymyr Zelensky a la vez que fortalecer a los aliados de Putin aún tiene en Europa. Esta semana, el primer ministro pro-ruso de Hungría, Viktor Orbán, indicó que no exportaría gas a sus vecinos de Polonia y Austria; poniéndose en contra de la normativa de la Unión Europea que exige a sus miembros compartir sus suministros de gas frente a eventuales recortes provenientes de Rusia. Esta norma fue creada en el año 2017, precisamente luego de la última disputa entre Rusia y Ucrania con respecto al pago de regalías por los precios del tránsito de gas.

Es incierto por cuánto tiempo será sostenible esta estrategia si consideramos que, a menor gas ruso vendido en el mercado europeo, habrá menos ingresos para las empresas estatales energéticas rusas que sostienen la actual maquinaria militar de dicho país en Ucrania. Sin embargo, a pesar del embargo parcial existente hoy sobre el petróleo ruso, cualquier prohibición total es improbable debido a la excesiva dependencia de varios de los países más grandes de la Unión Europea.

El caso de Alemania es sin duda el más notorio; ya que, al ser la economía más grande de Europa, quedó muy afectada debido al súbito corte de gas ruso tras el cierre de Nord Stream 1, que se extiende desde Vyborg, al noroeste de San Petersburgo, bajo el mar hasta la costa báltica de Alemania. En ese sentido, el Ministro de Economía alemán admitió que su país cometió un error político grave al volverse tan dependiente de los suministros rusos. Sólo en 2021, Alemania había importado casi 60 mil millones de metros cúbicos de gas a través de Nord Stream 1 y esperaba duplicar esa cantidad a través de un nuevo gasoducto hermano, el Nord Stream 2; cuya construcción fue suspendida poco antes de la intervención rusa en Ucrania. El gobierno de Olaf Scholz ha realizado grandes esfuerzos para disminuir dicha dependencia; sin embargo, la situación se complicó luego de que Gazprom decidiera en la quincena de junio el cortar de raíz el 40% del gas que ingresa por Nord Stream 1. De febrero pasado a la fecha, la dependencia de Alemania del gas ruso ha caído de un 55% del consumo total a un 35%. La situación ha obligado al gobierno alemán a declarar una crisis energética nacional, pidiendo a los usuarios industriales reducir el uso y alentando a las municipalidades a apagar los semáforos por la noche, reducir el uso del aire acondicionado y dejar de iluminar varios edificios históricos. Hay temores sobre una posible recesión en el país.

La situación no es muy distinta en otros países europeos. En Italia, se viene enfrentando una ola de calor que exige un mayor uso de sistemas de refrigeración y aire acondicionado. Las importaciones rusas de gas representaron el 18 % del consumo antes de la guerra en Ucrania y se canalizan en gran medida a través del gasoducto Trans-Austria. La multinacional italiana ENI anunció que Gazprom también recortaría los suministros a Italia en un tercio, lo que se suma al 60% que ya fue recortado desde que empezó la guerra. De continuar la reducción del suministro de gas, se estima una caída del 2% del PBI italiano para el año 2023 y una mucho menor capacidad del país para pagar su deuda externa. En Eslovaquia se ha intentado reducir la dependencia del gas ruso comprando GNL a Noruega e iniciando la construcción de un nuevo oleoducto con Polonia; pero estas siguen siendo iniciativas paliativas frente a la preeminencia que el gas ruso sigue teniendo en la matriz energética eslovaca. De igual manera, Austria obtiene el 80% de su gas de Rusia y sus depósitos de almacenamiento satisfacen solo el 39 % de sus necesidades anuales. El gobierno austriaco se comprometió a gastar casi 7 mil millones de euros en la exploración de nuevas reservas, pero es poco probable que Haidach, uno de los depósitos subterráneos de gas más grandes de Europa ubicado en la región austríaca de Salzburgo, logre iniciar operaciones en el corto plazo. Esto, debido a las tensiones existentes entre las empresas que conforman la junta de accionistas del proyecto: una empresa alemana, una austríaca y Gazprom.

De entre los países de Europa del Este, el que está mejor posicionado para enfrentar los recortes de gas es Polonia, quien ha sostenido una política exterior contraria a los intereses rusos al menos desde el fin de la Guerra Fría. A finales de abril, Rusia aisló a Polonia y Bulgaria después de que se negaran a cumplir con sus demandas de pagar el gas en la moneda nacional rusa, el rublo. A la fecha actual, Polonia ya ha recibido alrededor de la mitad del gas que consume durante el año, con 9,900 millones de metros cúbicos de los 20,000 millones que usa al año a través del gasoducto Yamal. Sin embargo, la economía polaca depende más del carbón para obtener la mayor parte de su energía, por lo que puede sostenerse mejor frente a los recortes. Un contrato con Gazprom que data del año 1996 finaliza este año y a la fecha Polonia no ha mostrado intención en renovarlo.

Otras economías grandes de Europa han mostrado resultados mixtos. El Ministerio de Energía holandés afirma que el país ha logrado cumplir su objetivo de poner fin a su necesidad de gas ruso para uso doméstico. Sin embargo, al ser un nodo integrador del almacenamiento y transporte de energía en Europa, Países Bajos también podrían verse afectados a futuro por la reducción de los flujos. Francia depende menos de Rusia, que le suministra alrededor del 17% de su gas; pero reemplazar la producción de energía se complica por el hecho de que muchas plantas nucleares francesas, que podrían haber tomado el relevo, están actualmente fuera de servicio. El gobierno francés viene pidiendo públicamente a los hogares y las empresas que reduzcan el consumo de energía mientras se evalúa la construcción de nuevas infraestructuras energéticas, como una planta flotante de GNL en el Mediterráneo. Mientras tanto España enfrenta un segundo frente de conflicto en el acceso a energía como producto de su decisión de apoyar a Marruecos en su conflicto en el Sahara Occidental. Argelia, país aliado del Frente Polisario que busca la independencia saharaui, ha recortado los flujos de gas que van hacia España; con lo cual el país ibérico pierde a uno de sus tres socios energéticos más grandes.

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.