“Los padres buenos dan regalos físicos y los padres maravillosos dan todo su ser”
Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magíster en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia

HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

A lo largo de muchos años he contemplado a buenos padres abarrotando los centros comerciales del mundo y llevando a sus hogares el regalo perfecto a sus hijos. A lo largo de este tiempo he contemplado a hijos deslumbrados por un tiempo finito con el regalo entregado y luego he visto a esos mismos hijos (antes felices) turbados, frustrados e impotentes al no poder saciar el vacío existencial que vive dentro de ellos y que los poseen y que los llevan a reclamar inmisericordemente alguna nueva creación humana que sea mejor o más bella o ideal que el mejor regalo recibido.

A lo largo de esta última centuria he contemplado a hijos buenos de este mundo reclamando más y más regalos a “padres a quienes denomino cálidamente como tarjetas de crédito” y he visto a padres tarjeta de crédito inflando sus deudas económicas tratando de llenar un vacío que nunca será llenado por objeto alguno y que es denominado como “la ausencia de amor en el corazón de un hijo”.

Los padres del siglo XXI han olvidado algo maravilloso: la vida de sus hijos debe ser también su vida; y por ende esa vida debe ser desarrollada en base a afecto, cariño, tiempo, esfuerzo, compromiso y dedicación.

Los padres maravillosos del siglo XXI saben que solo tienen un bien valioso en sus vidas: sus hijos. Entienden que ellos deben ser educados con amor para formar lo más importante que tienen: su inteligencia emocional; y que para lograr ese bello objetivo deben dedicar tiempo y esfuerzo a fin de cultivar el jardín más valioso de la humanidad, el jardín mental de nuestros hijos maravillosos.

Los padres maravillosos del siglo XXI son fieles a su compromiso paternal. Inventan canciones para sus hijos y siempre elaboran una nueva razón para pasar más tiempo con ellos y menos tiempo con el mundo. Esos padres se dedican a cultivar con sus hijos flores rojas en los balcones de casa o son aquellos que se dedican a contar sus caídas, deudas emocionales y conflictos existenciales con un único fin, que sus valiosos hijos comprendan que los padres maravillosos no solo ríen sino también enfrentan un sin de situaciones difíciles y complicadas.

Esos dulces y entregados padres son aquellos que cada nuevo amanecer se pregunta al pensar en sus hijos “¿cómo podré compartir el mejor día con mis hijos?” y luego sonríen intensamente al saber que a lo largo de días y años tendrán cientos o miles de oportunidades para disfrutar con ellos; y se alegran más por la oportunidad presente de compartir y soñar.

Los padres maravillosos saben que serían padres buenos si les dan a sus hijos todas aquellas cosas que tiránicamente ellos piden como artículos electrónicos, zapatos exquisitos, ropa preciosa y viajes de placer. Y saben bien que un padre bueno es un padre títere de los deseos de sus hijos o un títere de sus miedos internos que los lleva a dar hasta aquello que probablemente nunca podan pagar.

Los padres maravillosos son aquellos que entregan cada día todo su ser a hijos; son aquellos que contribuyen a desarrollar su autoestima contando sus historias de vida, son esos otros que protegen la emoción de sus vástagos al enseñarles la buena gestión de la emoción; son esos otros tantos que saben dialogar y escuchar y que valoran más que nada el silencio en medio de un proceso de aprendizaje siempre mayor.

Los padres maravillosos también regalan cosas que están envueltas por el amor que tienen a sus hijos y son aquellos que enseñan a disfrutar a plenitud el presente. Un padre maravilloso nunca enseña a su hijo a ser acaparador de objetos y menos ser una creación del siglo XXI: un consumista; ya que ellos saben en lo profundo de su ser que el mal del consumismo genera tensión, falso placer, impulsividad e inestabilidad emocional.

Aquel padre maravilloso que comparte su historia de vida con su hijo se vuelve eterno en los recuerdos de este. Aquel padre maravilloso que vive en la eternidad del pensamiento de su hijo le ha regalado la oportunidad de saber que los héroes no solo son aquellos que nunca cometen errores, sino que son aquellos que aprenden de sus equivocaciones y que siempre desean aprender y que en ese proceso siempre habrá una nueva oportunidad para caer, aprender y luego levantarse.

Los padres maravillosos que regalan cada día su ser a sus hijos no solo les dicen cosas hermosas, sino que también las experimentan y las viven a cada momento; son aquellos seres que tienen paciencia al ir rápido y que evitan aquellos roces innecesarios y disputas sin valor.

Los padres maravillosos enseñan a sus hijos a vivir el presente y a disfrutan la experiencia, son aquellos que enseñan a sus hijos a comer cuando hay que comer y jugar cuando hay que jugar, porque el disfrutar plenamente es una actividad que están perdiendo, sin saber, muchas generaciones de este mundo.

DATO

Un padre que sabe de su vida y de la vida de sus hijos es maravilloso en la vida de estos y cada día se esfuerza por colocarlos siempre en centro de su biografía y con amor se los hace saber cada vez que los elogia, cuando sonríe con ellos y cuando comparte sus actividades por el solo hecho de compartir y amar.

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