El público desea nuevas propuestas
Por: Hans Prada – (Maestría de Artes, UNSA)
Mario Curasi Rodríguez es un artista multidisciplinario, maestro y gestor cultural cusqueño, con amplia trayectoria tanto nacional como internacional. Hoy está al frente de la dirección de Investigación de la Universidad Nacional Diego Quispe Tito y tiene a su cargo la dirección de la Revista Contraste de la misma casa de estudios. Nos habla sobre su transcurso en el mundo artístico, sus ideas sobre el arte contemporáneo y su visión sobre el desarrollo artístico cultural de Cusco.
¿Cómo se inicia la relación de Mario Curasi con el arte?
Desde muy niño dibujaba de memoria, al ver que mis padres también lo hacían como un acto de magia, sin tener referencias. En el colegio algunos profesores me motivaron a que dibujara en las pizarras, mis cuadernos estaban llenos de dibujos y en vacaciones me dedicaba exclusivamente a dibujar y pintar sin salir de mi habitación. Diría que era como una obsesión; sobre todo entrada la adolescencia.
Un amigo del colegio “Uriel García”, llamado Jim Núñez del Prado, me invitó a ir a la Escuela de Bellas Artes, ahí conocí a Mariano Fuentes Lira, quien con entusiasmo nos llevó a diferentes talleres de dibujo, acuarela y escultura, para que nos aceptaran como estudiantes libres, allá por 1984. Al año siguiente postule e ingrese oficialmente, estudié cinco años y fui el primer lugar de mi promoción, y al mismo tiempo fui dirigente estudiantil en dos oportunidades. Una época de mucha bohemia e intensidad.
Cuéntenos un poco sobre su trayectoria.
Desde muy joven participé en varios grupos entonces muy conocidos, como el “Taller 89” y “Los Chillicos”. Me formé junto a una generación próxima al Artista Edwin Chávez, a Carlos Nishiyama y a promotores culturales como Carlos Gutiérrez y el Pichi Portugal, a gente de literatura y en general del mundo del arte en Cusco.
Me di a conocer como el pintor de Ukukus, tema que me relacionó con un local denominado Ukuku’s Bar Cultural, desde 1992 hasta 2019.
También tuve la experiencia de trabajar en el Convenio Perú España de Restauración en la Compañía de Jesús y en La Merced, en 1990, época de mis primeras exposiciones individuales, para luego trabajar en campañas de arte en Cervesur como “Cusqueña va para ti” y el festival de la Cerveza Cusqueña, como encargado de la decoración y el escenario.
Participé luego a nivel nacional en las dos versiones de la Bienal de Lima donde mostré uno de mis trabajos, “Altar de papel para un nuevo santo”, dedicado a los tres periodos del inefable Fujimori. Una serie de tres partes donde ironicé la situación política del país, serie que tuvo cobertura en todos los medios de comunicación de la época. Es a partir de allí que se producen varias exposiciones fuera del país; hasta el momento tengo una quincena de exposiciones individuales a nivel local, nacional e internacional, y muchísimas colectivas, entre otras actividades paralelas como murales e ilustraciones de libros y revistas.
¿Cuál es el panorama que visualiza usted como parte de la Universidad Diego Quispe Tito?
Hay muchísimo por hacer y proponer en todos los ámbitos de la cultura y el arte, tanto en lo académico como en la investigación. Necesitamos realizar actividades con mayor calidad y profesionalismo a puertas del licenciamiento universitario de nuestra institución. Estamos impulsando una serie de tareas con equipos de trabajo de reconocida trayectoria para de esta manera tener una presencia mayor en el panorama nacional en publicaciones, exposiciones y proyectos conectados con la naturaleza de arte y cultura.
¿Existe alguna separación entre sus trabajos de pintura y sus obras más contemporáneas?
Mi trabajo ha transcurrido por diferentes etapas, desde el mundo de mis recuerdos de Qoyllurrity, el entorno cotidiano, mi mundo intimista, hasta llegar a un trabajo contestatario con cierta dosis de provocación, ironía y denuncia. El trabajo interdisciplinario siempre estuvo presente desde mis años de formación. La serigrafía fue un medio de trabajo, que emplee para proponer obra de una connotación más contemporánea, como son las series “For sale” “Anticuchos”, “El sueño de San Martin”, “Pandeoro” y “Qoricancha”, entre otras.
¿Cómo llegó a la propuesta político-social de su obra?
El juicio crítico de la época siempre estuvo presente en mi obra, la corrupción e injusticia eran parte de los tiempos de violencia. Mi generación estuvo marcada por esos acontecimientos, me identifico con los ochenta, el inicio de un momento de interacción con varias actividades culturales de la ciudad del Cusco. Por otra parte, forme parte de iniciativas políticas de izquierda en esos años lo que marcó una estética de denuncia social en períodos de los peores gobernantes de nuestro país.
¿El público cusqueño acepta el arte contemporáneo?
El arte se puede definir de dos maneras: como bueno o como malo, y los nuevos lenguajes de la misma manera. Pienso que si utilizas nuevos medios y soportes en tus proyectos y ellos tienen un discurso original y con dosis de sinceridad, tu trabajo se conectará con el público. El público está ávido de nuevas propuestas, de un discurso que amalgame soportes, técnicas tanto tradicionales como contemporáneas que comuniquen su tiempo y espacio dentro de una connotación multidisciplinaria, en tiempos donde el arte recoge y se integra a la dimensión global de la tecnología y su capacidad comunicativa.
¿Existe un nicho de mercado para el arte contemporáneo en Cusco?
Esta es una ciudad cosmopolita a diferencia de otras ciudades del país. Tiene un potencial para su desarrollo; se necesita trabajar multisectorialmente a partir de todas las instituciones más representativas, hay nuevas propuestas, hay fondos concursables que le están otorgando una dinámica interesante sobre todo a las nuevas generaciones cusqueñas, cosa que no había en mis años de formación. Estoy seguro que impulsaran el surgimiento y la consolidación del trabajo de artistas que ya se visualizan en el panorama de las artes en la ciudad y el país. Se nota una nueva propuesta en los concursos en todas las especialidades, sobre todo en el diseño, el comic.
¿Cuál es la opinión que ha podido recoger del público en cuanto a su obra?
Es compleja, unos están a favor y otros son muy críticos con mi trabajo. Lo importante es que mi obra genera opinión y eso es lo que cuenta para mí.
¿Cómo vive un artista contemporáneo?
Es un ser multidisciplinario, interdisciplinario, que desarrolla variedad de posibilidades, desde el arte urbano, la fotografía, el arte digital y todas las alternativas que encuentre a su alcance que permitan que te expreses con originalidad y sinceridad.
Su obra contemporánea, ¿es su sustento principal?
Yo me considero pintor dentro de todas las técnicas incluido el mural. Interactuó con la fotografía, el video, las redes sociales. Participo como gestor y curador de diferentes actividades y ahora la docencia en la universidad es una de mis principales fuentes económicas, que me permite realizar mi trabajo sin preocuparme por su comercialización. Los tiempos están cambiando, hubo años en los que mi obra era mi principal fuente, en un vaivén económico muy inestable. Existen tiempos buenos y otros malos. Las crisis económicas y las pandemias han acentuado también oscilaciones para los artistas en general en relación con el mercado de arte de la ciudad.