Las fiestas de Arequipa
Por: Carlos Meneses
“La razón imponía que los festejos de Arequipa no contribuyeran a causar más contagios y muertes en la cuarta ola del coronavirus”.
De seguro, por estimar que el próximo 15 de agosto serán las últimas fiestas relacionadas con la fundación de la ciudad que presidirá el alcalde Omar Candia, sus regidores y funcionarios, todos ellos pusieron especial esfuerzo para conseguir que estas fueran lucidas y ponerse al margen de recomendaciones sanitarias opuestas a las aglomeraciones y a los espectáculos públicos que concitan reuniones colectivas.
Es de suponer la decepción sufrida, cuando la terca oposición de las autoridades regionales de Salud y del prefecto político de Arequipa en desacuerdo, sobre todo, con la realización del corso en el que soñaba desfilar, por las calles, la autoridad municipal y la gente quería despedirse de su gestión de años que para unos fue regular y para otros mala.
Felizmente, se ha impuesto la razón y también la disciplina colectiva que requiere una comunidad para vacunarse, protegerse con mascarillas y mantener el distanciamiento necesario para enfrentar la cuarta ola del coronavirus. Ahora se habla de algo simbólico en remplazo del corso proyectado para el 15.
Las autoridades debieran de ser la primeras en tener en cuenta los riesgos que se corrían con semejantes propósitos de volcar a la calle a millares de personas para presenciar un desfile que pocos consideraban sería exitoso, por la situación económica que se confronta no solo en los hogares sino también en las empresas que participaban antes con carros alegóricos o con vestidos vistosos en el caso de los danzarines.
La verdad es que, después de ahora, nada más podrán hacer quienes integraban el régimen regional que presidió Elmer Cáceres Llica o que aun preside Omar Candia, su tiempo se ha vencido y lo que hayan hecho o dejado de hacer constará para su bien o en su contra.