Economía en piloto automático ante crisis política
Por: César Gutiérrez – El Montonero

El relevo de gabinete del viernes pasado trajo consigo un cambio de titular en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), ingresando Kurt Burneo en reemplazo de Oscar Graham. El ministro entrante, en la primera entrevista concedida a una emisora radial local, anunció que apostaba por el impulso en la inversión pública, que conllevaría a dinamizar la inversión privada local, que suministra bienes y servicios a la obra pública. Si bien es cierto que la inversión pública resulta insuficiente, porque es indispensable atraer inversión extranjera directa –que no está llegando en la cantidad suficiente para mostrar un crecimiento respecto al año anterior–, es lo que hay por el momento.

La inversión pública tiene tres componentes: gobierno nacional (vía los ministerios e instituciones), gobiernos regionales y gobiernos locales. En los dos últimos no hay que poner mayores expectativas. En octubre próximo ya habrá nuevas autoridades electas, y a los salientes no les queda sino tratar de culminar lo que ya está en marcha; es decir, que su horizonte es de dos meses. Entonces la apuesta es por lo que pueden hacer principalmente los ministerios.

La ejecución presupuestal ministerial tiene tres variables: el manejo de los funcionarios, las impugnaciones de las empresas perdedoras en los concursos y el liderazgo de los titulares de las carteras. Todo esto bajo el supuesto de una gestión sin señalamientos de actos de corrupción, que pueden significar paralizaciones de las obras y servicios contratados.

El manejo de los funcionarios se percibe en la celeridad de los concursos, con bases bien elaboradas; no lo que estamos experimentando con los cuatro concursos fallidos de adquisición de urea por parte del Ministerio de Agricultura y Riego. La razón de este fracaso está no solo en las bases, en las que se ponen requisitos mínimos a los postores; además debe haber una evaluación muy rigurosa de esos requisitos, lo que evitaría que los competidores o la Contraloría General de la República pongan observaciones.

Sobre las impugnaciones, que tienen su origen en bases discutibles o evaluaciones defectuosas de los participantes, se evitan con la conducción de concursos con funcionarios honestos, con especialización en el tema. Lamentablemente el Gobierno no ha puesto a profesionales de primer nivel para que realicen esta labor; ha primado el amiguismo, que por desconocimiento lleva a los procesos al fracaso. Es la constante de este mandato gubernamental.

Sobre el liderazgo de los ministros, se requiere que sean grandes motivadores y que tengan dedicación de tiempo, conocimiento y experiencia. Eso no es lo que tenemos en los ministerios, sino a personas que dedican su tiempo a ser escuderos de las tropelías del presidente y de su entorno más cercano.

Por otro lado, el ministro de Economía y Finanzas es el presidente del directorio de Proinversión, agencia que en el año de gobierno de Pedro Castillo ha sido una nulidad. Este año tienen en calendario con todas las facilidades para concursar y otorgar líneas de transmisión y subestaciones, lo que sería una gran señal para las inversiones. Aquí el ministro tendrá que poner sus máximas exigencias al director ejecutivo de la institución.

Todo lo reseñado se da en un contexto de inestabilidad política que pasa por su peor momento. La permanencia de Pedro Castillo en el cargo de mandatario en estos momentos es de pronóstico reservado, con cinco procesos de investigación que lo sindican como capitoste de una organización criminal, con una cuñada detenida y la primera dama sindicada como coordinadora de esa organización, sobre quien están dadas las condiciones para que pase a ser detenida. Mientras no haya salida a la crisis política actual, las conjeturas sobre lo que ocurra con el gobierno son múltiples y no será posible que la inversión pública prospere.

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