El Turku Tusuy: poesía danzada
Por: Juan Carlos Rodríguez Farfán – Escritor y Analista Político

El Turku Tusuy, danza tradicional de la provincia de Caylloma declarada como Patrimonio Cultural de la Nación el 8 de agosto último es un poema épico danzado y un extraordinario compendio de la historia universal. En comparación con otras danzas tradicionales del riquísimo acervo andino, el Turku Tusuy o Danza de los Turcos, se distingue por un elemento particular: la reunión de procesos históricos distantes en el tiempo y en la geografía. Así se dan cita en ella, la Conquista Europea por los mahometanos (comandados por Tarik en el año 711), la Reconquista (al cabo de siete siglos de lucha y confirmada con la caída de Granada en 1492), el Incanato y la Conquista Española de América. Así, los Turcos, el Inca-Rey, el Sol, la Luna, el Chucchu, las Marías, el Chanchamachu, los Flecheros, el Huaylla huiccha, los Negrillos son los personajes que encarnan fragmentos significativos de esta larga historia. La yuxtaposición de épocas y latitudes ha generado una gestualidad tan diversa, que por momentos uno cree que son diez danzas distintas que evolucionan, al interior de la música ejecutada por la banda de bronces. Cada danzante, cada máscara, posee una corporalidad específica, una manera propia, personal y física de contar los eventos históricos. Una polifonía gestual. Una magnífica y potente poetización. Frente a expresiones de esta dimensión sólo podemos inclinarnos de admiración. El genio creador del pueblo andino es inagotable, es sofisticado, y particularmente el del Valle del Colca. Las etnias Collagua y Cabana son los generosos manantes que han hecho florecer realizaciones extraordinarias. La vitalidad cultural del Valle del Colca ya ha sido reconocida en múltiples ocasiones. Sendas declaraciones como Patrimonio Cultural de la Nación han merecido sus originales y hermosos bordados, igual reconocimiento el conjunto de sus templos virreinales ubicados en 17 distritos de la provincia, así como la danza del Ccamile. Sin olvidar por supuesto la condición de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad atribuido a la Danza del Wititi en 2015 por la UNESCO. Los reconocimientos nacionales o internacionales tienen un valor no solamente simbólico. Las autoridades locales, llámense alcaldes, gobernadores u organismos como AUTOCOLCA o el Ministerio de Cultura, deberían apoyarse en estos galardones para promover decididamente la preservación y el desarrollo del patrimonio material e inmaterial de la región. En este sentido, cabe preguntarse ¿qué se ha hecho para restaurar los templos seriamente afectados por los últimos sismos? Nada o casi nada. Buena parte de estos monumentos únicos en su género y de extraordinaria belleza, están a punto de desmoronarse. La inconsecuencia de las autoridades para con el magnífico legado es inconcebible e inaceptable, la desidia les gana. Antes que las naves de las iglesias se desplomen, deberían comprometerse serios trabajos de restauración. Por suerte en este proyecto no hay que comenzar de cero. Existen ya estudios serios realizados por instituciones como la AECID (Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo) para la restauración consecuente de las iglesias tanto de la margen izquierda como la margen derecha del río Colca, más aún, tenemos entendido que existe un Plan de Acondicionamiento Territorial del Valle del Colca, que duerme el sueño de los justos. Lo que hace falta es la decisión del actual alcalde provincial de Caylloma y del empuje de los alcaldes distritales para viabilizar un financiamiento y la pronta restauración por profesionales especializados. Lamentablemente la ejecución de estas obras, están sujetas a un mezquino clientelismo político, a caprichos absurdos o simplemente a una palmaria inoperancia de las autoridades. La preservación del patrimonio es aparte de un deber moral, un vector de desarrollo. Se pueden crear empleos, se pueden afinar competencias en la población, se puede perennizar oficios (como la fabricación de máscaras o la imaginería religiosa) que si no se practican acabarán por desaparecer, se pueden generar vocaciones en la niñez y juventud con respecto a los distintos oficios y artes que demanda una restauración. Y como corolario se puede ofrecer un turismo de calidad para nacionales y extranjeros. El Valle del Colca es un espacio bendecido por los dioses, un territorio magnificado por nuestros ancestros. La construcción del sistema de andenería es una realización humana admirable. Consecuente con su visión del mundo y del cosmos, el andino, ha conseguido habilitar para el cultivo zonas agrestes, creando una superposición de pisos ecológicos donde se cultivan desde frutas hasta tubérculos pasando por infinidad de flores y legumbres. Es ese ingenio, empuje y perseverancia que nos hacen falta en los tiempos actuales. Si a esto le agregamos la presencia en la región de sitios arqueológicos remarcables como el de Uyo-Uyo para citar sólo un ejemplo, el insondable Cañon del Colca que cobija a nuestros majestuosos cóndores, tenemos los elementos más que necesarios para gestionar ante las autoridades competentes la declaratoria de este territorio como Paisaje Cultural. El reconocimiento, lo reiteramos, si se maneja como un factor de desarrollo es bienvenido y deberían autoridades y población reunidas, sacudirse de la modorra y hacer realidad un proyecto que beneficie a todos. Ojalá que el Turku Tusuy, creación heroica del pueblo colqueño, sea una inspiración para reavivar la audacia y la poesía en la región Arequipa y en el país

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