Los padres maravillosos nunca renuncian al aprendizaje de sus hijos
Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magíster en Salud Mental del Niño y del Adolescente y Familia.

HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

En verdad, los padres buenos del mundo, cuando sus hijos se equivocan suelen ser tolerantes con sus errores y les brindan una nueva oportunidad para que subsanen el yerro; aunque muchas veces no perdonen sus imprudencias.

Los padres maravillosos del mundo suelen actuar de una manera muy distinta. Suelen analizar con su hijo maravilloso el error cometido y buscan motivarlo en el arte de la reflexión para que se dé cuenta del error cometido, de las causas que lo generaron y del modo en que deben orientar sus pasos para alcanzar el mayor aprendizaje posible.

Los padres maravillosos no regañan a sus hijos cuando se equivocan, más bien los miran con ternura y comprenden en su interior que son seres vivos que desarrollan sus vidas en un proceso de ir de la imperfección mayor a la menor. Ellos entienden claramente que los errores son necesarios para construir una personalidad fuerte, que los errores cubiertos de aprendizaje templan el carácter de cada criatura y que el amor de un padre en ese momento logra un milagro mayor.

Los padres maravillosos del siglo XXI logran gracias a los actos que les he detallado que sus hijos maravillosos desarrollen mucho más sus capacidades de aprecio por la vida, empatía, esperanza y determinación.

Los hijos de padres maravillosos que han desarrollado el aprendizaje antes señalado duermen cuando hay tormentas, superan los obstáculos en base a perseverancia y nunca desisten en alcanzar sus más caros anhelos.

Los padres maravillosos con abnegación y constancia se dedican a sembrar ideas pro activas en la mente de sus hijos y ayudan con ternura a que dichas ideas crezcan lo más alto posible.

Los padres buenos de este mundo nunca aprendieron a llorar junto a sus hijos, y pretendieron asumir como cierto el concepto que ¡el llanto es una muestra de debilidad!

Los padres buenos de este siglo creen falsamente que ser héroe es ser fuerte y prepotente y olvidan que los hijos no necesitan a padres inalcanzables sino a padres de carne y hueso que cada día puedan ser mejores compañeros de viaje del mundo.

Los padres maravillosos caminan junto a sus hijos por los senderos de la vida con optimismo y no se cansan en animarlos. Son aquellos padres emprendedores y optimistas que siempre se alegran por todo “si sale el sol se alegran, si llueve se alegran, saben que detrás de cada acto de la naturaleza siempre hay un regalo que recoger”.

Los padres maravillosos son poetas en las vidas de sus hijos, son constructores eternos en la personalidad de ellos, son esos seres únicos que nunca se gradúan en su labor y que saben que siempre estarán ahí para sumar “algo más” en la vida de sus hijos.

Los padres maravillosos de este siglo creen inmensamente en sus hijos y los dejan nadar por las aguas más oscuras y siempre están prestos para lanzarse en el momento que estos les pidan ayuda.

Los padres maravillosos lloran y ríen con sus hijos. Los padres maravillosos conquistan el planeta emocional de sus hijos no con reglas ni con consejos, más bien utilizan la reflexión, el diálogo y el análisis en sus tertulias.

Los padres maravillosos nunca ceden ante los chantajes y berrinches de sus hijos, ellos con inteligencia y valor saben poner límites y cuando estos son sobre pasados saben encontrar la mejor manera para analizar lo sucedido.

Los padres maravillosos siempre recuerdan con amor y asisten con cariño a los padres maravillosos que tuvieron. Ellos saben, en lo profundo de su corazón, que el arte de agradecer se cultiva en primer lugar en casa.

Los padres maravillosos gobiernan sus actos con bondad y generosidad sin límites. Ellos saben que aquel que da todo de sí sin esperar nunca algo a cambio siempre encontrará el mejor regalo del mundo en su realización personal.

Los padres maravillosos son los que siempre agradecen y los hijos maravillosos son aquellos que siempre dan todo de si ya que aprendieron del mejor que la vida solo en un susurro en el tiempo y que debe ser el más bello susurro en la eternidad.

DATO

Los hijos de padres maravillosos saben que el mayor regalo de la vida es regalarse a sí mismos y que la mayor batalla que se lucha es aquella que busca vencer el miedo a dar al mundo cada una de sus capacidades desarrolladas.

La formación de nuestros hijos siempre será una tarea inspiradora, pero con audacia, gentileza, perseverancia, gratitud y un dialogo conciliador dará una tarea bella. Recordemos que solo una vez somos padres de hijos maravillosos.

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