¿QUIÉN SE BENEFICIA DEL CONFLICTO ENTRE RUSIA Y EUROPA? (PARTE I)
Por: Anthony Medina Rivas Plata – Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM

La misteriosa explosión de los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, los cuales transportaban gas desde territorio ruso hacia Alemania, sólo ha terminado por reflejar la gravedad de la situación internacional en el continente eurasiático a ocho meses del inicio de la intervención militar de Rusia en Ucrania. En ese sentido, la problemática energética ha terminado por poner en jaque a dos de los mayores jugadores en el escenario internacional: Rusia y la Unión Europea (en particular Alemania).

Quizás la energía represente sólo una pequeña parte del PBI para la mayoría de las economías avanzadas en el mundo, pero ésta tiene un impacto enorme en el costo de divisas extranjeras, la inflación, los costos de transporte y de los insumos en todos los sectores productivos. Al día de hoy, los precios de la energía eléctrica y el gas natural en Europa ahora están cerca de 10 veces su promedio histórico en la década anterior a 2020. El aumento masivo de este año se debe casi en su totalidad a la guerra de Rusia en Ucrania, aunque éste se vio exacerbado por el notorio cambio de temperatura entre el verano y el invierno (otra consecuencia del cambio climático que se seguirá profundizando). Hasta el año pasado, todo el continente europeo (incluido el Reino Unido) dependía en un 40% de las importaciones de gas natural ruso, así como entre un 15 y 20% de las importaciones de petróleo y carbón. Hoy, septiembre de 2022, la energía representa el 12% del PBI europeo, cuando en tiempos normales apenas llegaba al 2%. Estos altos costos han afectado gravemente a la industria europea (en particular a Alemania, cuyo sector PYME representa el 80% del total de las empresas) debido a su gran requerimiento de energía para el sostenimiento de su oferta exportadora.

La interdependencia compleja es una fuerza de dos vías. Se habla mucho sobre cómo ha venido afectando la guerra a la economía europea, pero mucho menos de su impacto en la economía rusa. ¿Podemos inferir de todo esto que la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania es igual de destructiva tanto para Rusia como para la Unión Europea? ¿Terminará esto por disminuir notoriamente el poder e influencia de ambas hasta convertirlas en potencias de segundo orden? ¿El mundo se continuará moviendo hacia un escenario cada vez más confrontacional entre Estados Unidos y China como las únicas superpotencias dominantes?

Se suele decir que luego de la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, vino un momento de dominio unipolar de los Estados Unidos, el cual duró desde 1991 hasta la crisis financiera y la guerra ruso-georgiana de 2008; por lo que el período posterior a 2008 podría definirse como un período de cuasi multipolaridad, al menos hasta febrero de este año, cuando inicia la guerra en Ucrania. En paralelo al crecimiento de China y al mayor liderazgo de Alemania en Europa, se podía ver un progresivo resurgimiento económico de Rusia que la volvía a poner al centro de los asuntos mundiales, como en los viejos tiempos. Sin embargo, a causa de la larga guerra de desgaste entre el bloque OTAN / Unión Europea y Rusia, vienen surgiendo interrogantes sobre si este breve período multipolar que vemos está llegando a su fin. El poder militar de Rusia podrá seguir manteniéndose, pero su dependencia económica de China será cada vez más grande por la necesidad de tener que relocalizar sus exportaciones de energía y de otros recursos naturales. Por otro lado, la falta de infraestructura energética para reemplazar al gas ruso (peor aún luego de la reciente explosión de los gasoductos Nord Stream) colocará a la Unión Europea en un limbo estratégico al no tener acceso a fuentes duraderas de gas más allá del costoso gas licuado (GNL) que se viene importando de Argelia y Estados Unidos.

Ciertamente, Europa podrá sobrevivir al invierno gracias a su actual política de reservas de consumo y almacenamiento, así como de la nacionalización de varias empresas de servicios públicos en Alemania y Francia; pero sin duda habrá una afectación a la competitividad económica de las principales empresas europeas, especialmente aquellas que se dedican a la exportación. La transición energética tomará un buen tiempo y generará varios nuevos problemas económicos en los próximos años.

Esta mala situación para Europa agravará una tendencia que ya tiene algunos años: al menos desde 2008, la participación europea en la economía global ha disminuido. Estados Unidos pudo recuperarse de la crisis financiera con relativa rapidez, pero las economías europeas han tenido grandes dificultades para volver a crecer hasta los niveles anteriores a la crisis. Mientras tanto, las economías de Asia seguían creciendo a un ritmo sorprendente, lideradas por la enorme locomotora de China.

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