¿QUIÉN SE BENEFICIA DEL CONFLICTO ENTRE RUSIA Y EUROPA? (PARTE II)
Por: Anthony Medina Rivas Plata – Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM

Desde el pasado año 2012 hasta el día de hoy, la tasa de crecimiento económico de los Estados Unidos fue casi tres veces mayor al de los países de la Unión Europea (UE), con un promedio de 1,38% anual; mientras que China creció en el mismo período en un 7,36%. Vistas así las cosas, hoy la participación de la UE en el PBI mundial es muchísimo más baja en comparación a hace 10 años. Hasta hace muy poco, en el año 2005, la UE llegó a representar hasta el 20 por ciento del PBI mundial; mientras que representará solo la mitad de esa cantidad a principios de la década de 2030 si la economía de la UE se contrae un 3% hasta 2024 para luego reanudar su débil tasa de crecimiento anterior a la pandemia (0,5 % anual). Si el invierno de 2023 es frío (lo que generará una mayor demanda por energía) y la recesión económica que se avecina resulta severa, la participación de Europa en el PBI mundial podría caer aún más rápido.

En términos de poder militar, Europa está muy por detrás de otras potencias. Los países europeos han escatimado en gastos militares durante décadas y no pueden compensar fácilmente esta falta de inversión a corto plazo. Por ello, cualquier gasto militar europeo ahora tendrá un costo que se terminará recargando a otros sectores de la economía, generando un mayor lastre para el crecimiento y obligando a tomar decisiones difíciles (sobre todo debido a posibles recortes del gasto social).

Rusia ciertamente no está en una mejor situación que Europa. Si bien es cierto que el país sigue obteniendo enormes ingresos de sus exportaciones de petróleo y gas, en particular a Asia; es probable que, a largo plazo, los hidrocarburos rusos entren en declive, incluso después que termine la guerra en Ucrania. El resto de la economía rusa está en apuros, y las sanciones occidentales seguirán limitando los flujos de inversión y transferencia tecnológica que el país necesita.

Ahora que Europa viene desconectándose de Rusia como proveedor de energía, la única estrategia viable que tienen los rusos es vender su energía a clientes en Asia, continente que actualmente viene teniendo un crecimiento económico sostenido. Desafortunadamente para Rusia, casi toda su infraestructura energética está construida actualmente para exportar a Europa; por lo que, naturalmente, una ‘transición exportadora’ hacia el oriente no es una meta viable a corto plazo. Rusia tardará años y gastará miles de millones de dólares en reorientar sus exportaciones de energía, y es probable termine cayendo dentro de la zona de influencia financiera de China. En ese sentido, es probable que la dependencia del sector energético de China se traslade a una geopolítica más amplia, convirtiendo a en un socio minoritario de la ‘gran estrategia’ china. Es poco probable que la crisis energética de Europa se quede en Europa. La demanda de combustibles fósiles ya está aumentando los precios en todo el mundo, especialmente en Asia, debido a que los europeos superan en influencia a otros clientes en su sed de combustible de fuentes no rusas.

Las consecuencias de este proceso serán especialmente duras para los importadores de energía de bajos ingresos en África, el sudeste asiático y en América Latina. La escasez de alimentos, y los altos precios de la canasta básica familiar, podrían llegar a representar un problema aún mayor en estas regiones que la energía. La guerra en Ucrania ha echado a perder las cosechas y las rutas de transporte de grandes cantidades de trigo y otros cereales; por lo que se espera que el 2023 sea un año de nuevos conflictos y disturbios políticos en todo el mundo en desarrollo a causa del grave aumento del costo de vida que se avecina.

La conclusión de todo esto sería que a causa de esta ‘destrucción económica mutua’ en la que se han embarcado Rusia y Europa; las tendencias hacia un conflicto bipolar entre China y Estados Unidos son cada vez más grandes. Es incierto si la marginación de Europa de los asuntos mundiales dañará o no los intereses de Estados Unidos. Por un lado, Europa es, en su mayor parte, democrática, capitalista y comprometida con los derechos humanos y un orden internacional ‘basado en reglas’ afín al modelo de orden mundial propuesto por los Estados Unidos; pero de otro lado también ha tenido presiones ‘autonomistas’ por una mayor soberanía de los estados europeos frente a la burocracia de la UE en Bruselas, así como presiones por una mayor autonomía de las Fuerzas Armadas europeas frente a los intereses estadounidenses en la OTAN. De igual manera, un mayor acercamiento de Rusia a China como socio minoritario podría atraer con mayor facilidad a nuevos socios en la creación de un frente ‘antihegemónico’ adverso a los Estados Unidos.

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