El derecho a lograrlo
Por: Sandra Contreras
Cuando preguntamos a las niñas y adolescentes cuál es su sueño, muchas nos cuentan que quieren un futuro profesional.
En los últimos años se han visto avances significativos para asegurar que las niñas en el Perú puedan acceder a sus derechos y desarrollar plenamente su potencial.
Sin embargo, persisten problemas sociales que representan desafíos urgentes y necesarios de atender: las niñas figuran entre las principales víctimas de violencia en el país. Algunas de estas alarmantes preocupaciones están vinculadas a que el porcentaje de embarazo en niñas entre 10 y 14 años creció un 24% en el 2021 o al 22% de niñas, adolescentes y mujeres que desaparecieron en agosto de este año.
Cuando preguntamos a las niñas y adolescentes cuál es su sueño, muchas nos cuentan que quieren un futuro profesional, un puesto laboral que ayude a sus familias a salir adelante o, simplemente, una oportunidad para demostrar lo que pueden hacer. Los sueños nos impulsan para seguir creciendo. Incluso en contextos complejos como la pandemia, en el que la soledad ha sido un sentimiento constante. Hay niños y niñas que sienten que no tienen a quién contarle sus problemas. O incluso a hacer preguntas que los adultos no respondemos porque se nos va el tiempo. Por eso es importante trabajar con las familias y la comunidad educativa porque tiene que haber el tiempo para escucharlos, para responder sus preguntas y, por qué no, para inspirarlos. Siempre hay un maestro, maestra o algún familiar cuyas palabras y acciones motiven a alcanzar lo inimaginable.
En los 32 años que llevo liderando equipos, aprendí que mi tamaño [soy de baja estatura] y el hecho de ser mujer no fueran temas limitantes. También aprendí a hablar fuerte y hacer que se me escuche. Y, sobre todo, aprendí que si bien el cambio toma tiempo, en ocasiones más de lo esperado, es posible. Le pasó a Rosicela, de Huaral: pasó de ser una niña tímida a una adolescente que alza su voz para promover la protección de la niñez, decidida a seguir la carrera de ciencia política.
El círculo de violencia, de pobreza y de desigualdades se puede romper, pero es necesario el esfuerzo conjunto del Estado, del sector privado, socios estratégicos, comunidades, madres, padres y cuidadores: hoy, más que nunca, tenemos que asegurar que las próximas generaciones de niñas crezcan y se desarrollen en ambientes de confianza, libres de violencia, en igualdad de oportunidades, en el que se cumplan sus derechos.
Las niñas tienen derecho a ser empoderadas. Tienen derecho a soñar porque son capaces de lograrlo. Tienen derecho a pensar que su vida puede ser distinta pese a las adversidades, a destinar sus esfuerzos a seguir el camino que elijan y que el entorno cercano –al que nos sumamos y contribuimos como sociedad civil– las apoye para hacerlo realidad.