La verdad y la reconciliación
Por: Carlos Meneses
“Un lenguaje de verdad nunca hará mal para quienes animados por el bien solo piensan en mejorar el Perú como una contribución al desarrollo y la paz del mundo”.
Es curioso pero positivo que en el caso del Perú actual la verdad sea motivo de una franca reconciliación entre sectores de población que enfrentados casi permanentemente, desde el 2016, no han encontrado la oportunidad de tratar los asuntos nacionales en un clima de concordia o lo que es lo mismo en convertir en reunión de hermanos a grupos que parecen no compartir los destinos del mismo país.
Así las cosas hay quienes están empeñados en separarnos, en profundizar los abismos y dónde no los hay, procurar que existan. Así no parecemos hermanos ni respondemos a una historia que ha sido siempre generosa, aun en las peores circunstancias.
No puede ser que se busquen, cuando no existen, diferencias entre ricos y pobres, entre quienes viven en Lima y los que habitamos en provincias y regiones, en quienes tienen en uso de sus derechos una fe diferente de otra y en quienes creen que el Perú no es una Nación que procure avanzar unidos sino caminar a las patadas.
El lenguaje de la verdad es válido, es valeroso porque permite llegar a conocer lo que queremos tratar de resolver. Por eso en este mes famoso por la expresión de fraternidad del Señor de los Milagros con sus inmensas multitudes y con su fe sí podemos todos entendernos, pero tenemos que renunciar a las mentiras, a los ocultamientos, a las sorpresas arteras para confundirnos en abrazos de bien y de seguir la senda que nos trazaron nuestros mayores.
Para quienes tienen dudas les diremos que estas se despejarán en la medida en que se hable claramente y en que se torne infatigable la tarea de promover un desarrollo que signifique avanzar con seguridad. En el caso actual esa tarea es responsabilidad primera de un gobierno que hasta ahora no ha evidenciado tener capacidad para lograrlo.