El último explorador peruano
Por: Luis Luján Cárdenas
El 16 de junio se cumplió 160 años del nacimiento del último explorador peruano don Manuel Antonio Mesones Muro, quien no dudó en perder toda su fortuna para realizar sacrificadas exploraciones del Perú profundo, en pro de la geografía, la antropología, la medicina tradicional, la etnografía, la mineralogía, la botánica, las culturas amazónicas y de nuevas vías de comunicación que no solo entrelazaran costa, sierra y selva, sino también que integraran los países del Pacífico con sus similares del Atlántico.
La vida de este histórico e importante personaje lambayecano de los siglos XIX y XX que descubrió el Abra de Porculla, el punto más bajo de los Andes y la ruta más corta que une los océanos Pacífico y el Atlántico, así como diversos estudios naturalistas, tal cual Antonio Raimondi peruano, es poco conocida.
En 1943 apareció la publicación El Hombre del Marañón, breve biografía del reconocido escritor José Mejía Baca (1914 -1986), quien expresó: “encarna uno de los más bellos, audaces y desinteresados empeños por atar con el firme lazo de las rutas terrestres (y fluviales) la Amazonía al haz de la nacionalidad. Obsesionado por llegar al Dorado Amazónico por el trazo más corto de la costa del Marañón, se lanzó al mundo de la aventura que es la selva, reviviendo en su fuerte personalidad el coraje de vivir y de soñar como los exploradores del siglos XVI”.
Cincuenta y dos años después, en el 2005, su nieto Gerardo Saavedra Mesones (1952-2006), siendo congresista de la República y presidente del Parlamento Amazónico, me encarga emprender una investigación de la vida y obra de su abuelo, que al siguiente año se transforma en el libro Manuel Antonio Mesones Muro. El hombre de la interoceánica, publicado póstumamente por el Fondo Editorial, dado que el parlamentario de Motupe (Chiclayo) fallece cuando la obra estaba en talleres. No hubo presentación del libro.
En la introducción resumí que Manuel Antonio Mesones Muro se adelantó a su tiempo y no fue comprendido en su verdadera dimensión y valía científica por los actores políticos de aquel entonces. Esto motivó su rechazo al orden establecido, dado que sus ideas y esfuerzos a favor del desarrollo nacional y la integración sudamericana, no hicieron eco en ningún gobierno.
“A pesar de tener una posición independiente, estoy muy lejos de ser un hombre acaudalado, pero para mis viajes no molesto a nadie, ni recibo dinero de persona alguna, lo hago para servir a mi país”, mencionó en uno de sus últimos viajes exploratorios a la Amazonía.
Murió pobre el 28 de octubre de 1930. Días antes, –según narra su nieto– dijo visionariamente: “el porvenir del Perú está en el oriente, todo debe converger al oriente y siempre al oriente”. Y tiene mucha razón: el agua, la biodiversidad y las mayores riquezas naturales del país están allí, pero tampoco hoy es valorado en esa dimensión.