En noviembre vuelve la tradición de las guagua
Por: Roxana Ortiz A.
Se inició el mes de noviembre y con él la tradición de las guaguas en Arequipa, aunque poco a poco se va perdiendo toda la actividad que conllevaba su consumo, como los jocosos bautizos de guagua, que de alguna manera estaban relacionados con el carnaval, cuyas consecuencias del festejo desmedido, nacían los descendientes por esta temporada.
Aún se siguen elaborando las famosas guaguas, como en tradicionales panaderías y en otras más que han surgido en la ciudad; pero donde más se nota el entusiasmo, es en la sección de venta de panes del mercado San Camilo, donde las guaguas de todos los tamaños y de todos los precios son lo más llamativo.
Como los costos de la harina y otros insumos han subido de precio, también lo han hecho con las famosas guaguas y se puede encontrar desde los 20 hasta los 50 soles y todo al gusto del cliente. Aunque hay las pequeñas desde 80 céntimos.
Hay productos que tienen relleno de manjar blanco, otras con mermelada, también las hay decoradas con una careta de yeso y con caramelos, pasas y frutas secas.
“Hoy día (ayer) recién hay un gran movimiento, a pesar que ya tenemos las guaguas desde hace algunos días, pero la gente está viniendo a comprar y aquí les ofrecemos una gran variedad, las rellenas, decoradas, de canela”, señalaba una joven comerciante.
Las vendedoras admiten que hubo un incremento de los productos a diferencia del año pasado, según el tamaño y la calidad, en 1 y hasta 5 soles; pero es porque los productores que las elaboran también les incrementaron los precios como consecuencia de la suba de los insumos, como la harina, el azúcar, la manteca, entre otros.
Lo que cada vez se incrementa, es la venta de las llamadas ofrendas, que son pequeños panes dulces con formas de animales como los caballos, palomas, llamas; igualmente figuras de bebé a las que llaman “tanta wawa” y que son utilizadas en esta época del año para levantar altares en honor a los difuntos. Están normalmente adornados con grajeas, pasas, anís, caretas de yeso o glacé, entre otros detalles.
En los pueblos alejados de la ciudad, especialmente de la sierra son comunes estas ofrendas y que poco a poco son trasladadas a la ciudad y consiste en que todas estas pequeñas esculturas de pan dulce, forman parte de una mesa, en la que colocan alimentos, bebidas, coca y otros que supuestamente ofrecen al familiar fallecido y que luego es repartido entre los integrantes de la familia para su consumo.