Felipe Pinglo Alva, el bardo inmortal
Por: Dante Alva Alva
El Día de la Canción Criolla es un motivo para que los peruanos expresemos la peruanidad. Y hablar de la música criolla es recordar el valioso legado que nos dejó Julio Felipe Federico Pinglo Alva, conocido como el bardo inmortal.
Para José María Arguedas, Felipe Pinglo Alva enseñó a los limeños a querer su música, a forjar una identidad musical, sentando las bases para nuevas generaciones que nacieron al compás de la guitarra y el cajón.
Pinglo abrió el camino para llevar el sentimiento popular a los grandes salones que reconocieron su poder creativo.
La casa donde vivió Felipe Pinglo, ubicada en la cuadra 14 del jirón Junín, frente al convento de Nuestra Señora del Prado, Barrios Altos, se encuentra abandonada.
Las entidades llamadas a proteger la obra de don Felipe Pinglo Alva deberían poner en marcha la pronta recuperación y reconstrucción del inmueble donde pasó parte de su vida y declararla casa museo y patrimonio público.
Pinglo nació el 18 de julio de 1899 en Barrios Altos, a pocas cuadras de la Plaza de Armas. Después de 7 días de nacido, el 25 de julio perdió a su madre, doña María Florinda Alva Casas. Su padre, Felipe Pinglo Meneses, debido a su trabajo como director de un centro escolar en Barranca, a 200 kilómetros de la capital, debía ausentarse constantemente, por lo que el pequeño Felipe es cuidado por sus tías, en especial por Gregoria y Venturita, que sustituyen a la madre ausente.
Estudió en la escuelita de su tío Alejandro, ubicada en la calle Barbones en Lima. Luego pasó a la escuela fiscal de Los Naranjos, donde recita sus primeros versos y empieza a destacar tocando el rondín.
Fue un intelectual y compositor autodidacta. Leía mucho y hablaba latín a la perfección, lo que le valió para desempeñarse como monaguillo en las distintas iglesias de su barrio. Desde pequeño siempre estuvo ligado a la religión católica. Terminó la secundaria en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe, que en aquella época era uno de los mejores de Lima.
Su vida estuvo marcada por pobreza y problemas de salud. Las carencias económicas pusieron a prueba su carácter y le permitieron formarse como una persona comprometida con su entorno social, siempre dispuesto a brindar apoyo y consejo.
Desde muy joven demostró que la música era lo suyo. Las mejores calificaciones en el Guadalupe eran para los cursos de Música, Geografía, y Religión. Su primera composición, el vals “Amelia”, sale a la luz en 1917. Luego le seguirían otras composiciones, entre ellas las que le escribió a su esposa Hermelinda Rivera.
Felipe Pinglo Alva fue un indiscutible observador de la realidad, la cual describe con maestría en una vasta obra. Esto le ha valido para ser reconocido como el padre del criollismo peruano. En mérito a su aporte, el Instituto Nacional de Cultura, en 1999, lo nombró Patrimonio Cultural de la Nación.