Diferencias políticas
Por: Carlos Meneses
“La democracia impone que quien tiene más votos sea reconocido como el mandatario de un país que realiza elecciones”.
Cuando se realizó el proceso de segunda vuelta electoral de la que participaron Pedro Castillo y Keiko Fujimori, causó sorpresa la categórica afirmación de la candidata que perdió al denunciar un fraude electoral que nunca se probó y siempre se negó.
Después siguiendo tan mal ejemplo, el presidente de los EE. UU, Donald Trump, arguyó lo mismo ante la victoria de Biden y se produjo el asalto al Capitolio. Muchos creyeron que este afán que desnaturaliza los procesos electorales ocurriría igual en el Brasil cuando se enfrentaron, también en segunda vuelta, Lula da Silva y Jair Bolsonaro.
Para muchos fue una sorpresa que Bolsonaro después de 2 días de espera, dijera reconocer los resultados como válidos y se identificara como un opositor democrático del régimen de Lula, advirtiendo que él no era ni Trump para el mundo ni Fujimori para el Perú.
Desde luego, el señor Bolsonaro es perfectamente consciente que tiene el control del parlamento y que por esa vía más de un obstáculo tendrá en su quehacer Lula, pero el gesto de reconocer el resultado en las ánforas, de alrededor de 2 millones de votos, lo evidencia como un presidente responsable de los destinos de su pueblo y de su respeto por la democracia representativa.
Es bueno precisar estos hechos, sobre todo, porque significan lección que deben aprender otros gobernantes o candidatos en el resto del mundo.
En todo caso, se ratifica la decisión de un poderoso estado latinoamericano que está de acuerdo con virar el comportamiento de su gobierno hacia la izquierda, pero respetando las formas y las decisiones de la mayoría.