La defensa del Perú
— Redacción Diario El Pueblo —
“Al fin de cuentas fuimos los peruanos los que tuvimos que resolver el problema. Lo hicimos bien separando al señor Castillo y encargando la Presidencia de la República a la señora Dina Boluarte, porque así manda la Carta Constitucional.”
Los ex ministros de Relaciones Exteriores, sobre todo los de los últimos años, han puesto el grito en el cielo ante la débil respuesta de la Cancillería de Lima al pronunciamiento de Argentina, México, Colombia y Bolivia sobre la sucesión presidencial en Perú, que se ajusta a molde constitucional y que sí han reconocido como válida las naciones de la Unión Europea, los Estados Unidos y la mayoría de países de América que no están contaminados con la línea cubana o chavista.
La advertencia es preocupante pues significa casi el silencio del Ministerio de Relaciones Exteriores ante indebida intromisión de los jefes Estado de esos países que a diferencia de Chile que también tiene un gobernante de izquierda, se han pronunciado reconociendo como legítima la pretensión de Castillo de reasumir un poder del que ha sido separado en estricto ajuste a normas constitucionales y legales del Perú.
Eso significa que alguien o algunos miembros de la Cancillería han influido para que la posición de nuestra ministra, Ana Cecilia Gervasi Díaz, no haya sido severa y oportuna para defender una posición que no es solo del gobierno sino de todos los peruanos que tampoco estuvimos satisfechos con la indebida injerencia de la OEA en la solución de una supuesta pérdida de la democracia a propósito del gobierno de Castillo cuando invocó la Carta Democrática Latinoamericana.
Habíamos sostenido en la oportunidad, que los problemas del Perú solo competen arreglar a los propios peruanos. En lugar de compartir ese criterio lo que decidió hacer el señor Castillo, entonces presidente, y el canciller de la época, César Landa, fue acudir a la instancia internacional para que una misión viniera a procurar un arreglo de los asuntos peruanos. Fue el parto de los montes lo que nos trajo la OEA y, sobre todo, por gestión de su secretario general, Luis Almagro.