El estado de emergencia
Por: Carlos Meneses
“Es lo poco deseable, pero necesario al fin.”
Nadie desearía, menos cuando se es demócrata real, tener el estado de emergencia que ahora vive Arequipa y que, probablemente, tendrá que tener la zona del país donde se produzcan los penosos hechos de que hemos sido testigos todos los peruanos que queremos vivir en paz y mucho más en los tiempos de Navidad.
El estado de emergencia es una consecuencia de la violencia vivida en los últimos días, del equívoco en el proceder de un presidente que se erró de medio a medio cuando pensó que teníamos que seguir un camino ya mostrado por Venezuela, Nicaragua y en algún momento por Bolivia.
A nadie le gusta vivir sino es con plena libertad garantizada por la Carta Magna y por el esfuerzo de los Libertadores. Queremos tener un país en proceso de desarrollo y no amenazado por seguir el camino de potencias que quieren regresar a modelos superados en la política en todos los lugares del mundo.
Es un estado impuesto por una indeseable realidad que nos obliga a utilizar la fuerza para devolver la paz. No es que nos guste, es que estamos obligados a ello para poder seguir siendo pueblo en crecimiento y en tranquilidad.
Habíamos sostenido, hace pocos días, que no es necesaria la violencia para alcanzar la justicia y muchas veces Arequipa ha señalado ese camino sin mezclar el afán con la delincuencia y la muerte.
Entrañará molestia, pero el fin será alcanzado y volveremos a ser libres plenamente sin tener que llorar por los muertos o sufrir por los heridos.