El adelanto de elecciones
Por: Carlos Meneses
“La decisión de los congresistas peruanos que responde a inquietud ciudadana es un ejemplo para América Latina y una demostración de respeto a la opinión pública.”
La opinión pública ha primado y la totalidad de los parlamentarios elegidos en el 2020 lo han aceptado dando una lección a América Latina de cómo se tiene que respetar la opinión de las mayorías, aunque para ello se renuncie a intereses partidarios y personales.
Tras el fracaso de un primer intento de adelantar las elecciones, el martes se decidió casi por unanimidad adelantar los comicios del 2026 para en el 2024 realizar un proceso de cambio histórico en la vida de la República y significativo para un país deseoso de fórmulas salvadoras del prestigio del parlamento y del sistema democrático.
No hay que excluir a nadie de la posición que siendo mayoritaria en la ciudadanía tuvo repercusión favorable en el Congreso. El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) expresó conformidad para dar por terminado el periodo de Ejecutivo y Legislativo. Era posible y había que hacerlo y mediante un sistema de diálogo directo con los portavoces y los parlamentarios todos convinieron en que se deben hacer reformas constitucionales.
Se ha logrado así lo que no se pudo durante el gobierno felizmente corto de Castillo donde se quería imponer un cambio constitucional que dividió al país en dos fracciones casi exactamente iguales.
Los votos dirán qué conviene más para un país que resulta ser un modelo solo comparable con la decisión que tuvo que tomar el presidente Boric, en Chile, cuando la mayoría de la población rechazó el intento de la Nueva Constitución que allí se dio y que ahora está siendo revisada.