EL MAYOR APRENDIZAJE SE DA ENTRE LOS 4 Y LOS 7 AÑOS DE VIDA
Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.

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Una de las más bellas historias que leí sobre lo que los padres siembran en la mente de sus hijos la aprendí en los sábados de catecismo.

HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

“En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: éste acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: «padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.» Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. “Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que les envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: «¡cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.» Y, levantándose, partió hacia su padre. “Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: «padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus siervos: «traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado». Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: «ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.» Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: «hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!» Pero él le dijo: «hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.» (Lucas, 15, 1-3.11-32).

Fuera de la belleza del relato bíblico quiero recoger algunas enseñanzas maravillosas. El padre ante el reclamo del hijo por los bienes de herencia que le pertenecen nunca dice: “hijo, que atrevido que eres, como se te ocurre pedirme tu herencia, los bienes que reclamas son fruto de mi trabajo” o frases similares; más bien le habló del milagro que había sucedido, de cómo su hermano que vivía en la inconsciencia había recuperado la conciencia y podía ver a plenitud el mundo. El hijo pidió y el padre “que conocía su hijo” le dio lo que pidió; el padre con ese acto simbólicamente le dijo a su hijo: “todo lo mío es tuyo, tú eres parte mía y yo soy parte tuyo, siempre te di lo mejor de mí, si te di mi tiempo con mayor razón te daré los bienes que tú has considerado que te corresponden, ¡yo te valoro hijo mío, confió en ti y te deseo lo mejor en la vida!”. Con la actitud anterior el abnegado padre también quiso decir: “esta es tu casa, siempre será tu casa y siempre seré tu padre”.

El hijo, es bien cierto, no hizo un uso adecuado de los bienes que solicito y que se le dio. Quedó en la miseria más grande. Cuando estuvo en el momento de mayor sufrimiento recordó, “yo tengo una casa, un padre que me ama y que siempre se preocupó por mí, me amo en los momentos de alegría y también me amo en los momentos en que me equivoqué, no hay razón que justifique mi sufrimiento actual, en casa mi padre me cuidaría y me asistiría, él es bueno y yo aún tengo mucho que aprender” y ¿por qué recordó ello? Porqué así fue sembrado en su mente el concepto de amor filial a lo largo de muchos años por parte de su padre.

Es cierto, no había razón para sufrir. Sabía que tenía un lugar en el mundo donde nunca sería juzgado y donde siempre sería valorado, “la casa de su padre”. Por ello decidió volver, quizá con miedo. ¿Qué me dirán al volver mi padre, mi hermano, mi familia? De seguro que tuvo miedo, pero decidió volver. Cuándo se hallaba cerca de casa, en el momento de mayor miedo su padre sale a recibirlo. No lo mira disgustado, no fue a darle un sermón. Abrió los brazos. Lo beso de seguro, expreso el amor por el hijo perdido que había vuelto. El miedo desapareció, el hijo se convenció en ese instante de haber tomado la mejor decisión de su vida, su casa era su casa y su padre lo amaba a pesar a sus errores.

Luego vino la reprimenda del hermano y el padre interviene de nuevo: “hijo, todo lo mío es tuyo, mi hijo que estaba perdido ha vuelto”. Que mayor alegría puede tener un padre. Y lo vistió y le dio de comer. Le demostró su amor. El hijo aprendió a amar a su padre. Recordó que su padre podía dar su vida por él y aunque hubiera cometido tantos errores su padre aun confiaba en él.

¿Usted aún confía en su hijo? ¿Podría perdonar sus errores? ¿Podría seguir amándolo a pesar de sus errores o infracciones?

Nosotros como padres debemos conocer a nuestros hijos, saber cuándo debemos estar atentos para aliviar sus dolores y cuando debemos estar atentos para corregir sus errores. Siempre debemos considerar dar una segunda oportunidad a nuestros hijos. Siempre debemos ser sus maestros y ayudarlos a enfrentar sus problemas.

Si sembramos conceptos positivos en los primeros siete años de vida de nuestros hijos, aunque la vida trate de frustrarlos y fallen una y otra vez, siempre tendrán la fuerza necesaria para salir adelante.

Vivamos llenos de esperanza recordando lo que decía Gabriel García Márquez: “siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré”. Siempre hay una nueva oportunidad y si hoy fuese tu última oportunidad da gracias a la vida y ama intensamente a los que te rodean.

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