Medios alternativos: por qué sí, por qué no
Por: Ricardo Montero

Escucho y leo que en este tiempo de convulsa y confusa situación se define a la “prensa alternativa” como espacios virtuales que se oponen a lo que un político ha llamado el “poder mediático-político instalado desde los oligopolios económicos”. Encuentro, sin embargo, falta de unanimidad para especificar qué es un “medio de comunicación alternativo”. Quizá esto responde a la aún escasa investigación académica sobre el tema. De esta manera, cada grupo o cada persona explica el tema desde su visión ideológica y política. Así, en determinados contextos encontramos que la “comunicación alternativa” está asociada a términos como medios independientes o medios populares, y en otros contextos se la relaciona con oposición y eventual sustitución de los medios tradicionales.

Se habla más profusamente sobre lo alternativo en las comunicaciones porque nunca habíamos contado con tantas herramientas para difundir la realidad. Sin embargo, explica Gumersindo Lafuente, uno de los gurús del periodismo digital, “esas mismas herramientas son las que están poniendo contra las cuerdas, económica e industrialmente, a los medios de comunicación tradicionales”.

Hoy, el nuevo ambiente comunicativo permite a todos los que pueden acceder a la tecnología emitir información. En el 2000, según datos del Banco Mundial, el 6.7% de la población mundial estaba conectada a internet. En el 2020, según la misma fuente, el 60% de la población mundial navegaba por internet. Adicionalmente, en el 2021 existían 1,880 millones sitios web en el mundo, según la web de datos Internet Live Stats.

La Unesco considera positivo que existan más espacios para difundir con libertad acontecimientos o pensamientos, entre otras razones porque pone en evidencia, ahora más que nunca, que muchas minorías no contaban con canales de comunicación de masas. Este vacío comienza a ser cubierto con eficiencia por los llamados “medios alternativos”, que se caracterizan, a decir de Unesco, por rechazar las motivaciones comerciales o las subvenciones estatales para difundir información.

Un buen ejemplo de uso exitoso de medios alternativos es la inteligente presencia de los ucranianos en las redes sociales, sobre todo en Tik Tok, para dar a conocer las atrocidades de la invasión rusa. Así, a la guerra de Vietnam se le conoce por ser la primera guerra televisada, a la de Siria por ser la primera guerra transmitida en YouTube, y la de Ucrania ha sido bautizada como WarTok: la primera guerra retransmitida por Tik Tok.

El problema surge cuando los espacios que ofrece internet para crear “medios alternativos” son usados por personas o grupos interesados en difundir violencia y no para reafirmar fines humanos, culturales o educativos. La comunicación alternativa existe para elevar los valores, exigir los derechos y respetar las obligaciones, no para evangelizar en antivalores.

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