TALLER: LA SORPRESA FINAL
Por: Alberto Paredes

El mecanismo de sorpresa se relaciona con las expectativas del lector sobre el desenlace de la historia. Existen varias formas para realizarlo. En principio, pueden mencionarse dos: el cumplimiento de la sorpresa hacia el final del cuento y su no aparición. Hay sorpresa cuando el relato ha planteado y propuesto cierto desarrollo y conclusión anecdóticos pero repentinamente, sucede algo distinto, quizás lo opuesto de aquello que se había «prometido» y lector y personaje esperaban. La otra opción evidente es que el cuento sorprenda por eI cumplimiento inexorable de aquello que el lector o el personaje suponían o hasta temían que sucediese. Ellos quedan como testigos impotentes ante los hechos que acontecen con su propia participación, todo sucede con el rigor del destino literario imperturbable. El autor a menudo refuerza este tipo de sorpresa por la manera peculiar como desarrolla el cumplimiento cabal de lo esperado.

La primera forma, que podemos llamar sorpresa del desenlace inusitado o sorpresa primaria, es una decepción de las expectativas iniciales del lector, una violación del código general del texto, pues sucede lo inesperado como desenlace de la historia. La segunda (sorpresa secundaria o derivada) es una decepción de las expectativas de sorpresa y una violación del código de sorpresa en el cuento.

Dentro del mecanismo de sorpresa existe un tercero y numeroso conjunto de cuentos: en ellos no hay sorpresa. Piénsese en Hawthome y Chejov (siglo XIX), en el Borges de El libro de arena (I975) donde en realidad no hay, porque se cumpla o no, final imprevisto. En caso de haber sorpresa, debiera decirse que todo el cuento es la sorpresa. Lo imprevisto no es la culminación de ciertos acontecimientos sino el cuento como culminación del acontecimiento mismo, como suceso. Hay una realización particular de la relación norma-ruptura que señala Riffaterre.

Una norma del cuento, establecida por la frecuencia con que se presenta y por su papel estructural, es la sorpresa y el mecanismo que engendra (extraña norma de esperar lo inesperado). Así se construyó originalmente el cuento y así funcionan muchos de ellos (por la sorpresa primaria o por la secundaria). Se sabe que el buen desempeño de toda norma literaria exige su contradicción para revitalizar el fenómeno literario, en este caso el cuento como género. La primera ruptura se dio dentro del mecanismo de sorpresa; la segunda, en el mecanismo como tal. Hubo entonces cuentistas de ruptura, ya Chejov, ya Henry James, y formaron legión, el último es el Borges reciente. Es así como estos textos narrativos se integran al cuento y lo renuevan.

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