El valor inconmensurable de las humanidades
Por: Rubén Quiroz Ávila – Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, profesor universitario
A veces se suele reconocer el valor inconmensurable de las humanidades en un mundo altamente competitivo, además, cada vez más incierto. Aunque este reconocimiento suele ser solo moral.
En la práctica el sistema está diseñado para que las humanidades sean marginalizadas bajo el supuesto errado de que su impacto en la formación educativa es nulo. Además de los pocos recursos que se les destinan, la estructura tanto a nivel gubernamental como de las organizaciones privadas, le dan un papel, aunque abundante en valor, con poca influencia en las decisiones que deben conceder recursos para su permanencia. Por ello, solamente se les concede un rol marginal y periférico en las posiciones políticas y administrativas decisorias, quienes definen, finalmente, la distribución de los recursos.
¿Hay organizaciones privadas o estatales que convoquen a poetas, filósofos, lingüistas, músicos, actores, historiadores del arte para que formen parte de su equipo y aporten desde las perspectivas humanísticas? La respuesta es contundente: es prácticamente inexistente. Hay abundante bibliografía que demuestra el valor diferencial que ofrecen las disciplinas humanísticas. Está totalmente probado ello. Pero, falsamente, se considera que el aporte de aquellos que han consagrado su vida a la formación, investigación y difusión humanística es nimio.
Y esa desconsideración con el maravilloso mundo de las humanidades hace que se desaproveche el abanico de valores, tanto éticos como espirituales, que son tan urgentes como imprescindibles para la mejora de la vida, que están en la esencia misma de todo lo humanístico. Al fin y al cabo, eso es lo que nos ha hecho diferentes en la evolución, en la que el uso de la razón y los sentimientos han marcado la diferencia. Son los ejes con los cuales nos diferenciaremos siempre, incluso, con el avance avasallador e inevitable de la inteligencia artificial y las formas tecnológicas que intentan replicar exponencialmente las habilidades humanas.
Por ello, a todos aquellos que seguimos maravillados por la poesía y sus fascinantes posibilidades, a los que reflexionamos intermitentemente provocados por el ejercicio filosófico y el caudal de más dudas que certezas que suele ofrecernos, a los que amamos las posibilidades artísticas, su historia, su memoria, su reconocimiento intercultural, a esas almas que tienen una relación extraordinaria y única con los libros, a quienes viven seducidos por las películas y su construcción de la realidad, aquellos que adoran las salas de teatro y recurren ceremonialmente a cada guion que se presenta, a esos seres hechizados por la música y su infinitud, les recordamos que justamente son ustedes quienes mantienen la fortaleza y la determinación, en el que no tiene medida ni está en ningún ranking, de nuestros grados de trascendencia y el valor imprescindible de las humanidades en la vida.