JULIO LOPERA QUINTANILLA CENTRO CULTURAL UNSA
Por: Julio Lopera Quintanilla – Centro Cultural Unsa

Bartolomé Esteban Murillo es uno de los pintores más brillantes del Barroco español. Se formó dentro de las concepciones del Naturalismo Tardío para luego evolucionar al Barroco. Murillo alcanzó una maestría incomparable en el arte de la pintura que le valió estar considerado entre los pintores más importantes de la Historia del Arte.

EL PINTOR DE LA TERNURA

Murillo nació en Sevilla el primero de enero de 1618 y fue bautizado el mismo día en la iglesia de Santa María Magdalena de Sevilla. Fue su padre don Gaspar Esteban un hombre muy honrado que tenía el oficio de barbero – cirujano, fue un hombre muy rico y austero y su madre fue doña María Pérez de Murillo quien procedía de una familia de artesanos que dominaban muy bien el arte de la platería.

Bartolomé tenía nueve años cuando fallecieron sus padres, fue puesto a cargo de una de sus hermanas, Ana, quien era casada también con un hombre que ejercía el oficio de barbero – cirujano como su padre. Bartolomé vivió con ellos mucho tiempo hasta que en 1655, se unió en matrimonio.

Murillo, fue formado por el reconocido pintor Juan del Castillo quien era su tío y padrino. Del Castillo era un diestro pintor de imaginería que pintaba rostros que tenían gestos siempre muy expresivos y amables. Del Castillo influyó decisivamente en las primeras pinturas que el pintor hispalense ejecutó: “La Virgen entregando el rosario a Santo Domingo de Guzmán” (Palacio Arzobispal de Sevilla), “La Virgen con fray Lauterio, san Francisco y santo Tomás” (Museo Fitzwiliams, Cambridge, Inglaterra). En estas primeras obras se advertía ya el enorme talento y el futuro promisorio que tendría el entonces joven pintor sevillano.

En 1645, Murillo, contrajo matrimonio con Beatriz Cabrera Villalobos, con la que tuvieron diez hijos, de las cuales solo sobrevivieron cinco que murieron después que falleció la madre.

En ese mismo año recibió los primeros encargos de su carrera; varios lienzos para el convento de San Francisco de Sevilla que narran historias de grandes santos de la orden de San Francisco, estas obras, le aseguraron prestigio y consideración entre los habitantes de Sevilla. En las primeras pinturas de Murillo se advierte la notoria influencia de Zurbarán y de Francisco Herrera el Viejo.

Hacia 1649, Murillo se encuentra en plena madurez como artista, son tiempos difíciles para las ciudades situadas a las orillas del Guadalquivir, la peste asola a Sevilla, esta pandemia, tuvo un terrible impacto en la economía de la ciudad; por ello en ese año y en los años subsiguientes no se conocen nuevos encargos a no ser de algunas imágenes de devoción en las que se advierte claramente un distanciamiento con el estilo de Zurbarán, de esa época datan distintas versiones de: “La Virgen del Rosario”(Museo del Prado, Madrid) , “La Adoración de los pastores” (Museo del Prado) y la “Sagrada familia del pajarito”(Museo del Prado), “La Magdalena Penitente” (Instituto de arte de Minneapolis, EEUU) , “La Huida a Egipto”(instituto de Arte de Detroit, EE.UU). Se advierte ya, que el estilo de Murillo que aún está en formación vira hacia una mayor preocupación por la movilidad al tiempo que su pintura se va haciendo más y más emotiva.

Las obras de carácter profano tienen que ver con motivos populares. Entre las obras de este periodo Bartolomé Esteban Murillo nos dejó obras inigualables en las que el tratamiento de la expresión de los sentimientos y las emociones llegó a la más alta cumbre dejándonos un legado que no tiene parangón. Murillo ejecutó en forma magistral su emblemático cuadro “El Niño espulgándose” conocido también como “Joven mendigo” (Museo del Louvre), una obra en la que se muestra el pesimismo, la melancolía y sobre todo dolor ante la dureza de la soledad. En esa época también pintó: La Vieja con gallina y cesta de huevos (Múnich, Alte Pinakothek), Santa Catalina de Alejandría (Focus Abengoa,Sevilla ) una obra de medio cuerpo que está considerada una de las mejores de la historia del arte. Estas esplendidas obras destacan nítidamente entre las obras de carecer profano que ejecutó el formidable artista español que con los años habría de enchumbarse hasta la cúspide de la fama.

En 1660, Bartolomé Esteban Murillo fundó la Academia de Dibujo de Sevilla, en ella dictó sus primeras clases el 2 de enero de ese año; enfocando siempre su enseñanza hacia el campo del dibujo anatómico con el objetivo de lograr el perfeccionamiento de artistas de la pintura y la escultura. Más tarde molesto con Juan de Valdez Leal que buscaba ocupar todos los cargos y hacer todo siempre a su manera, se retiró de la Academia y estableció una academia particular en su domicilio.

En 1660, se inicia una etapa en la que el maestro creo varias obras excepcionales: “Paisaje con cascada” (Museo del Prado), Labán busca los Ídolos domésticos en la tienda de Raquel ( Museo de Bellas Artes de Cleveland, EE.UU), El Patricio Juan y su esposa ante el Papa Liberio (Museo del Prado) , El buen Pastor y San Juan Bautista niño (Museo del Prado), La Inmaculada Concepción (Museo del Prado) y el Triunfo de la Eucaristía (colección particular). Estas obras son las mudas testigos de una época brillante en la que descollaba con gran luz uno de los más altos exponentes de la pintura barroca española.

Entre las pinturas que Murillo ejecutó para la catedral de Sevilla son de una calidad excepcional varios óleos sobre lienzo que datan de los años 1665 y 1667, entre ellos se mencionan: “San Isidoro” (ejecutado para la Sacristía mayor de la Catedral de Sevilla), “San Leandro” (para la Sacristía mayor), La Inmaculada (para la Sala Capitular, hoy en el Museo del Prado), “Santa Justa” (para la Sala Capitular), “Santa Rufina” ( para la Sala Capitular), “San Pio” (Sala Capitular, actualmente en la catedral). Murillo es sin duda uno de los grandes maestros de la pintura española, el estatus y el prestigio que alcanzó en la catedral de Sevilla es inmensamente grande.

Entre las grandes obras que pintó para el Hospital de la Caridad de Sevilla, el maestro dejó a la posteridad pinturas de enorme importancia para la historia del Arte, entre estos se nombran: “Abram y los ángeles” (Otawa,National Gallery), “El Regreso del Hijo Pródigo” (Washinton National Gallery of Art) “La Curación del Paralítico en la piscina probática” (Londres , National Galery of Art), famosas piezas que son una muestra del talento y la grandeza de un andaluz llamado a ser uno de los grandes pintores universales que ha dejado huellas imborrables en la historia de las Bellas Artes.

Para la realización de los trabajos del Hospital de la Caridad, el director Miguel de Mañara designó a Murillo y a su rival Juan de Valdez Leal para la pintura, a Bernardo de Pineda para la arquitectura de los retablos y a Pedro Roldan para la escultura. Destacan de modo especial en el Hospital los incomparables: “Jeroglíficos” que ejecutó Murillo y que fueron robados en los tiempos de la independencia de España por el mariscal francés Jean Dieu Soult, actualmente solo quedan dos en el hospital, los demás están dispersos en diferentes museos del mundo. Entre “Los Jeroglíficos” mencionamos algunos: “La Curación del paralitico” (Londres National Gallery), “San Pedro liberado por un ángel” (Museo del Ermitage, San Petesburgo, Rusia), “Abraham y los tres ángeles” (Otawa National Gallery) entre otras destacadas piezas.

Las composiciones de Murillo muestran mucho más que colores hermosos, muestran un magistral manejo de las reglas de la composición, así mismo, de la perspectiva y una profunda penetración en la psiquis de los personajes sobre todo en cuanto a los caracteres y las expresiones de ánimo.

Los últimos años de la vida de Murillo coinciden con una gran crisis económica, con tiempos aciagos de hambruna y de peste; en esa difícil época disminuyen los grandes encargos, sin embargo, no le faltó trabajo, pues el canónigo Justino de Neve le encomendó varias pinturas para su oratorio y también los comerciantes flamencos le dieron varios algunos encargos.

Bartolomé Esteban Murillo, falleció de madrugada en Sevilla, era el 6 de abril de 1662. Murillo es un genio del Arte que dejó un legado artístico valiosísimo que forma parte de la enorme cultura material y espiritual que España ha dejado al mundo. Bartolomé Esteban Murillo es un maestro de la pintura cuyas líneas llegan la cima de una perfección excelsa que consigue además con la riqueza de sus gamas y la brillantez de los colores. ¡Vive por siempre Bartolomé esteban Murillo!

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