Las obras inconclusas
Por: Carlos Meneses
“Hay que hacer un esfuerzo extraordinario para terminar las obras inconclusas o las que se han derivado como exigencia por culpa de las lluvias”.
En el colmo de la mala suerte, a las obras inconclusas que dejaron las gestiones anteriores de gobernantes nacionales, regionales y municipales, se han sumado los problemas que derivan del mal clima, especialmente de los huaicos y las lluvias.
Lo peor de todo es que ahora no se pueden atender debida y eficientemente las emergencias y, en todo caso, la ayuda que se brinda a los damnificados es insuficiente y lenta porque las lluvias no se han alejado y los problemas continúan.
Como de costumbre, otra vez, los gobiernos regionales y municipales, encargados de prevenir coyunturas semejantes, no han cumplido con preparar formas de responder a los retos y de cuidar de vidas y propiedades.
Por añadidura y para colmo de males, también, ahora se habla de que es mejor esperar a que pase el periodo de lluvias para empezar a rehabilitar lo dañado. Esa es la eterna promesa que se incumple siempre.
Si no se hace nada, simplemente, se acumula lo dejado de hacer en el momento oportuno y las consecuencias se mostrarán a corto plazo, pues los accidentes sobrevendrán en aquellos lugares que han sido maltratados por los temporales y abandonados a su suerte por la gestión que se fue y porque la nueva no se ha puesto las botas y el casco requeridos para trabajar.
Así que, no hay tiempo que perder, porque toda demora es riesgosa para quienes tienen familias y propiedades en zonas amenazadas por las aguas o que construyeron en lugares prohibidos o que, finalmente, no tuvieron otro lugar para levantar vivienda que no sea a costo de alto riesgo.