HAYA DE LA TORRE Y LA AUSTERIDAD PARLAMENTARIA
Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes

Han propalado informes periodísticos del despilfarro del Congreso de la República en: pasajes utilizados por los congresistas para asuntos particulares; comidas buffet de S/ 80,00 diarios, etc. Lo cuestionable, no difundir los buenos ejemplos de austeridad pública habidos en nuestro país, caso Presidencia de la Asamblea Constituyente, ejercida por Víctor Raúl Haya de la Torre (1978 – 1979).

Da la impresión que nadie en el Perú ha tenido gestos dignos de emular, venden la idea: todos son unos vulgares ladrones, y no es así. Cabe recordar, cuando los cargos de alcaldes eran ad honorem, al parecer, es la época de burgomaestres con auténtica vocación de servicio. No solo es noticia la que informa cosas malas; también es noticia las buenas acciones de hombres y mujeres en el ejercicio de la función pública; tenemos también los hechos de personas que han realizado donaciones de bienes inmuebles a favor de obras públicas. Sería oportuno hacer un inventario de estos gestos de austeridad y desprendimientos, para conocimiento y ejemplo del pueblo.

Luis Alberto Sánchez (LAS), relata: “En el capítulo XCVIII de mi Testimonio personal doy cuenta de la austeridad de Víctor Raúl como presidente de la Asamblea Constituyente, al punto que su gestión de 1978 arrojó un superávit de 50 millones de soles en moneda corriente de ese año”. (Sobre la herencia de Haya de la Torre, Primera edición, enero de 1994, pág. 220).

El Historiador e Ideólogo del Aprismo, Roy Soto Rivera, escribe: “La congoja perenne de Haya de la Torre lo decidió moralmente a no recibir ningún dinero por su trabajo en la Asamblea y como debía cobrar por Ley sólo aceptaba el emolumento de un sol al mes, pagado en cheque a cargo del Banco de la Nación. Su política económica en la Constituyente fue rígida y austera. No usó el carro de la presidencia. Sugirió que los patrulleros hicieran servicios policiales que les fueran propios.

Dispuso que en el presupuesto de la Asamblea no hubieran partidas para pagar cuentas de consumo en la cafetería. El tesorero, Constituyente Moisés Woll, entusiasta admirador de Víctor Raúl comentaba: Si se aplicaran estas reglas en el Presupuesto de la Nación no habría déficits fiscales en el Perú”. (Víctor Raúl El hombre del siglo XX, Lima 2002, tomo III, pág. 1315), añade: “Había prohibido el consumo de licores costosos en las ceremonias protocolares; los asambleístas se vieron obligados a pagar hasta el café en las sesiones de comisiones”; citando a LAS, dice: “Nos impuso una austeridad muy poco grata. Al fin logramos convencerlo de que autorizara un dispendio gigantesco: que la Asamblea pagase los cafés consumidos por los asambleístas durante las sesiones de las comisiones. Costó trabajo que autorizara el gasto”; finaliza: “Fue en realidad un aleccionador gesto de desprendimiento, no siempre compartido por quienes pensaban que la función pública es una ocasión para obtener ventajas y privilegios pecuniarios”. (1318).

Carlos Roca, también Constituyente, narra: “el Oficial Mayor del Congreso, Luis Saavedra Chacón, fue a la oficina de la Presidencia y le dijo al jefe: Presidente, el gobierno está poniendo a disposición de los señores miembros de la directiva, automóviles con dotación de gasolina y chofer. Entonces se dirige al Sr, Chacón: Los Apristas no vamos hacer uso del carro.

Alayza Grundy, que en ese momento se encontraba en la oficina de la presidencia, le dijo a Víctor Raúl que los del PPC tampoco. Dirigiéndose al Oficial Mayor le transmitió estas palabras: «Señor Oficial Mayor, devuelva los carros porque no vamos hacer uso de ellos”. (Haciendo Memoria de Mochero Vásquez, Primera Edición, Agosto 2016, pág. 521 y 522). “Nuevamente el Oficial Mayor le habló a Víctor Raúl: Señor presidente, la procesión pasará frente al palacio legislativo. ¿Dígame usted qué hay hacer? (sic). Presidente hay un agasajo. ¿Y en qué consiste ese agasajo? Señor Presidente, por costumbre se reparte turrón de Doña Pepa y chicha morada a todos los asistentes. ¿Y quién costea eso?, volvió a preguntar Haya de la Torre. Señor Presidente, en este caso, los gastos corren a cuenta de la Asamblea Constituyente.

¡No señor, no señor, la Asamblea no paga eso, la Asamblea no paga un solo sol, el dinero del pueblo no se puede utilizar en agasajo! (522). Haya llamó a Carlos Enrique Melgar y a Juanita Castro, les pidió: “tú traes el turrón de doña Pepa para el agasajo del Señor de los Milagros”, “usted prepara la chicha morada” (523), respectivamente.

En ocasión de condecoración le pidieron al Presidente, autorice compra de champaña para el brindis; hizo llamar a Jorge Idiáquez ¿te acuerdas de esas botellitas de champaña que me regaló mi hermano Piño (Edmundo Jesús)? Las vas a traer para brindar en la ceremonia de condecoración. Terminada la coordinación, volteó hacia el Oficial Mayor: Champán francés va a haber, pero a la Asamblea no le va a costar nada”. (524). Haya, paradigma de austeridad.

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