Verdades y mentiras sobre la Explotación del Litio

Por Alejandro Aréstegui – El Montonero

Para empezar, aquellos que profieren tales afirmaciones deben de ponerse a pensar ¿A cuánto equivalen las reservas de litio que posee el Perú? ¿Puede nuestro país convertirse en una potencia y principal exportadora de este material? Pues la respuesta es un rotundo no, pues nuestro país no se encuentra ni siquiera dentro de los 20 países con mayores reservas de litio del mundo, se calcula que el porcentaje de reservas de nuestro país no supera las 900 000 toneladas, estando muy debajo de países líderes explotación de litio como lo son Argentina, Bolivia y Chile, nos vamos a detener en este último caso pues en los últimos días se ha dado a conocer la noticia de que el presidente de aquel país, Gabriel Boric, pretende impulsar un proyecto que busca nacionalizar por completo la industria de litio chilena. ¿Cuál sería el impacto económico de esta decisión?, antes de responder a ello debemos de contextualizar la situación de la industria del litio en el vecino país, para poder ubicarnos mejor y demostrar de cómo un proyecto cerrado puede destruir una de las bases del sector minero en Chile.

El descubrimiento de litio en el salar de Atacama en el norte de Chile, en 1969, sentó las bases para el desarrollo del principal yacimiento de salmueras de este elemento en el mundo. Los antecedentes disponibles sobre los yacimientos en salmueras ubicados en los salares de Atacama y Maricunga indican reservas de 10 879 000 toneladas de litio, a las cuales se agregan recursos por 3 335 100 toneladas de litio, identificados en 9 salares andinos y preandinos adicionales. El futuro de la exploración se ve bastante auspicioso si se considera que existe información acerca de la presencia de salmueras portadoras de litio en otros 13 salares y 36 áreas prospectivas identificadas que aún no han sido estudiadas. El nivel de las reservas y recursos de litio identificados y las alentadoras expectativas para la exploración han situado a Chile como un actor relevante en el desarrollo de la industria del litio en el mundo. Tras la convulsa década de incertidumbre y violencia de los años 70, la incertidumbre y desafío era elaborar una legislación de rango constitucional que asegurara derechos sólidos de propiedad en el emblemático y potencialmente rico sector minero chileno, obtener su aprobación tanto del Presidente de la República como del Poder Legislativo, lograr el debido asentimiento del Tribunal Constitucional que exigía la Carta Fundamental, convencer de su racionalidad a los empresarios nacionales y extranjeros, y persuadir a la ciudadanía de que se habían protegido los intereses nacionales, todo ello sin alterar ni debilitar la legitimidad de la Constitución de la República Chilena recién aprobada por un plebiscito nacional. Con todas estos parámetros políticos y legales, la legislación sobre minería entró en vigencia en 1982 y desde entonces el sector minero no ha parado de crecer en el país vecino.

En cuanto al litio se refiere, Chile es el principal productor de litio a partir de depósitos de salmuera del mundo. Tan solo en 2020, produjo 18 000 toneladas, las que representan alrededor del 22% del total de la producción mundial de 82 000 toneladas de litio; y lo ubica como el segundo productor en el mundo después de Australia. La producción acumulada total de Chile en los últimos 36 años es de 266 156 toneladas. Sin lugar a dudas, es el litio, junto con el cobre los minerales clave en cuanto a las ganancias por explotación del vecino país, sin embargo, todo podría cambiar radicalmente en los próximos meses.

Ya desde hace una semana el presidente Boric anunció su llamada “estrategia nacional” que llevaría a cabo para desarrollar el litio chileno en los próximos años, enfocándose en la participación del Estado en todo el ciclo productivo y la apuesta por el desarrollo científico y tecnológico para agregarle valor dentro del país. Tales declaraciones fueron hechas en Antofagasta, la capital regional del área minera del Desierto de Atacama, para transmitir por cadena nacional uno de los puntos más fuertes de su plataforma de campaña: la política estratégica para desarrollar el litio en el segundo país productor de derivados de ese mineral en el mundo. Los puntos más fuertes tienen que ver con la creación de una Empresa Nacional del Litio y la promoción y desarrollo de productos de litio con valor agregado. «En Chile hoy el litio solo se extrae en el Salar de Atacama y, aun así, la producción de nuestro país representa más del 30 por ciento del mercado global», afirmaba en su presentación de quince minutos…»el potencial que tenemos es enorme. Además del Salar de Atacama, existen más de 60 salares y lagunas salinas».

De lo antes expuesto, se sabe que solamente dos empresas privadas extraen litio en Chile actualmente, la compañía chilena SQM y la americana Albemarle, las cuales extraen el 65% y 35% del litio respectivamente, con contratos vigentes hasta el 2030 y 2043, respectivamente. Con la nueva ley propuesta por el presidente Boric, dichos contratos podrían resolverse, o en el mejor de los casos no renovarse, dentro del plan enviado al legislativo, la nacionalización de la industria de litio comprende también la creación de una empresa estatal dedicada exclusivamente a la exploración, extracción y refinamiento de litio; considerando que no ha existido una empresa pública extractora de minerales como tal desde hace más de 50 años, parece una jugada arriesgada; y desde el otro lado de los andes, en Argentina se observa favorablemente que se encamine dicho emprendimiento, pues una inoperante e ineficaz empresa nacional de minerales chileno propiciaría que las inversiones en el sector minero se trasladen hacia la Argentina, arrebatándole a Chile el primer puesto como el mayor exportador de litio de Sudamérica. No es solamente que augure lo peor para una empresa pública, sino que en términos reales, el gobierno chileno carece de los recursos económicos para poder realizar una gran inversión en cuanto a infraestructura, desarrollo tecnológico y sobre todo implementación de una industria propia en cuanto explotación de minerales, sobre todo de litio, asimismo conseguir financiamiento para este tipo de empresas cada vez es más difícil, puesto que organismos internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional piden cada vez mayores garantías que les permitan recuperar los cuantiosos intereses que cobran. Similar al caso boliviano, cuyas regulaciones y trabas legales son un desincentivo para las inversiones y están ocasionando graves problemas económicos a los bolivianos, el reciente anuncio hecho por el presidente chileno no augura nada prometedor en la industria del mineral chileno.

Como conclusión, vemos que el discurso promovido de algunos sectores acerca de la recuperación de la soberanía nacional sobre litio no tiene fundamento alguno, el Perú no es un país que pueda convertirse en una potencia extractora de este mineral ya que carecemos de las reservas suficientes como para incentivar una inversión gigantesca en este rubro, mucho menos gastar de nuestro empobrecido erario público en establecer una empresa extractora de litio, ya que requerirían años de inversión y de innovación tecnológica, los cuales carecemos por completo y que terminarían por empobrecer a la tan dañada región Puno, la cual lleva décadas de atraso y subdesarrollo producto de la nefasta reforma agraria de los años setenta y de la predominancia de discursos políticos en contra de la inversión y el crecimiento, lo cual lleva a una espiral sinfín de atraso alentado desde las propias autoridades que son elegidas periodo tras periodo. Debemos aprender del caso chileno los aciertos que han permitido a este país convertirse en la potencia minera más grande de Sudamérica, pero también debemos de estar atentos a los errores que cometen, para no cometerlos nosotros y evitar sumirnos en una crisis de la cual nos sería muy difícil salir.

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