Por Carlos Meneses
Lamentablemente el plagio es una de las formas más comunes de faltas graves a la ética y honestidad en el país.
La denuncia relacionada al plagio de tesis doctoral del ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Fernando Varela, trae al recuerdo los numerosos casos sobre este tema en el que han estado inmersas numerosas autoridades y personalidades del país.
El actual titular de la cartera de Trabajo y Promoción del Empleo, Antonio Varela, quien juramentó al cargo hace una semana, habría plagiado el 54% de su tesis doctoral que fue sometida a los filtros del programa Turnitin y detectó similitud a otros trabajos e incluso habría copiado páginas enteras de publicaciones anteriores.
Otros políticos y autoridades protagonizaron escándalos similares. El expresidente Pedro Castillo y su esposa, la exprimera dama Lilia Paredes, fueron acusados de plagiar para obtener el grado académico de magíster en Psicología Educativa en una universidad capitalina.
También se han visto inmersos en estos vergonzosos actos el exministro de Educación, Rosendo Serna; la expremier Betssy Chávez; los congresistas Patricia Juárez, Esdras Medina, Roselli Amuruz y Tania Ramírez. Incluso César Acuña, autoridad muchas veces, líder de APP y promotor y fundador de una universidad.
Según el Código de Propiedad Intelectual, el plagio está estrictamente prohibido y se castiga como una incitación a la conducta con integridad y con fuertes sanciones como multa, exclusión de la institución académica, anulación de los títulos y grados obtenidos. Además, según el artículo 219° del Código Penal, se considera una pena privativa de libertad no menor de cuatro años ni mayor de ocho años.
Especialistas sostienen que la Sunedu debe reforzar su labor para formalizar y establecer condiciones básicas de calidad y lograr un sistema de excelencia, no solo se trata de impedir la estafa.
Asimismo, Ley Universitaria, contempla un proceso burocrático y engorroso que precisamente genera un mercado negro, porque la universidad no está en la capacidad de supervisar miles y miles de trabajos.
Entonces, siempre se debe condenar y castigar la inmoralidad, la copia indebida, la falta de honestidad y ética académica; pero las leyes y normas para graduandos y bachilleres deben contar con un sistema universitario moderno y ágil y no precario, para evitar mercados ilegales que precisamente promuevan el plagio.