EL REGALO DE LA CONFIANZA

Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia

HOY CONOCÍ EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

Los niños deben de aprender a confiar en sus padres. Los padres deben de aprender a confiar en sus hijos. Por lo tanto, padres como hijos deben aprender a confiar su mundo interior, sus miedos, temores y frustraciones, sus sueños, esperanzas y aspiraciones.

Pero ¿Cómo un niño puede aprender a confiar en sus padres si estos se hallan ausentes regularmente del hogar?

Cuando me toca conversar de este tema con padres preocupados por la salud emocional de sus hijos siempre les pregunto. ¿Quién es la persona más importante de sus vidas? Ambos padres, sin esperar que finalice la pregunta responden sin pensar. ¡Nuestros hijos!

Y ahí viene el primer problema para regalar confianza de un lado a otro, de padres a hijos y también del otro, de hijos hacia los padres.

¿En qué relación social un niño puede ver representada la confianza? Lógicamente que en la relación de pareja más importante del hogar. Papá confía en mamá y mamá confía en papá. Pero ¿Cuántos padres pueden reflejar esta conducta en sus hogares? Y si la reflejan ¿Cuántos de ellos pueden sentarse a conversar con sus hijos de lo valioso que es la confianza a nivel familiar? Tristemente, son pocos muy pocos los que pueden decir de corazón, “yo doy confianza a mi pareja y ella a mí, luego compartimos esa confianza con nuestros hijos”.

Que bello debe ser en un hogar familiar de cualquier parte del mundo acelerado en el cual vivimos, en donde un padre de familia detenga las agujas del reloj del tiempo y exclame en voz alta, “yo amo a tu madre, ella es la mujer más importante en mi vida, la amo, la respeto y confío en ella”. Un breve discurso, pero en su espíritu el mayor de los mensajes. El niño lo comprende todo, lo interioriza todo. Comprende que su familia nació en el amor de sus padres, que su familia se sustenta en el compromiso de amor que, como pareja, papá y mamá, renuevan cada día. Él sabe que se aman, siente que se aman y entiende que el amor es un sentimiento que vive en cada ser humano, es un sentimiento de dicha y que inexorablemente siempre debe estar acompañado de dos titanes que lo protegen:  respeto y comprensión.

Un adolescente de quince años con quien un día conversaba me decía: “Cómo quiere que confié en mis padres si lo único que recuerdo de ellos es su trato violento, sus agresiones mutuas; cómo confiar en mi padre si día a día veo que le pega a mi madre; cómo confiar en mi madre si ella insulta a más no poder a papá. Ellos no se aman, doctor, son unos irresponsables. Hasta he llegado a creer que no aman a nadie, no se aman a sí mismos y menos me amarán a mi…”.

Queridos padres, la columna más importante para el desarrollo de una familia es la relación de pareja. Si la relación falla la familia entra en crisis, si la relación no mejora, la familia se disgrega y si la relación persiste en crisis finalmente la familia desaparece, dejando previamente heridos a todos sus miembros.

Un niño que ve a sus padres en tratos afectuosos, que siente que sus padres se aman. ¡Es un niño seguro! Un niño que ha sido formado en un hogar de afecto es un niño que va a tener la paz emocional necesaria para contar sus experiencias sin llegar a tener miedo a la crítica negativa, ya que ésta en su hogar nunca se dio. Sabe que ahí todo es amor, que sus padres le llamaran la atención para corregirlo y para que cada día de su vida haga un mejor esfuerzo para superar sus errores y sus limitaciones.

Enseñar a confiar es una tarea tediosa y muchas veces aburrida, llena de sin sabores y que, para ser alcanzada, uno como padre, debe apoyarse en la paciencia y en la tolerancia como dos fortalezas a resaltar.

Que un padre confíe en su hijo es un éxito, pero que un hijo confíe en su padre es un éxito mayor y es un motivo mayor para consolidar los lazos de amor en una familia.

Los niños se aferran a cosas. A los niños les gusta tener muchas cosas, el hecho de tener los hace sentir importantes y cuando pierden o se rompen algunas de las cosas que tienen, ya sean juguetes u otros, se sienten mal, sienten que han perdido poder. Los niños se creen pues ¡Los reyes del mundo! Y si los padres refuerzan esas conductas con el paso del tiempo los niños se vuelven tiranos y prepotentes.

De otro lado, en el otro sendero del desarrollo infantil, podemos regalarles muchas cosas a nuestros hijos, pero si no les enseñamos el valor de los presentes que les entregamos y el esfuerzo que llevamos a cabo para conseguirlos, ellos nunca los valorarán, los botarán, los romperán y pedirán más.

Hay que enseñarles a nuestros hijos el valor de todo aquello que les compramos, no por el concepto de que se crean reyes tiranos o se crean grandes despilfarradores, debemos enseñarles todo esto para que ellos entiendan que les compramos cosas porque los amamos y porque cada uno de esos juguetes o cosas que les damos, más que un bien material, es un acto de amor.

Cuando un niño valore el esfuerzo de su padre o de su madre, comprenderá no sólo el valor material de un regalo sino comprenderá mucho más, el amor de sus padres y el compromiso que estos tienen con él.

Cuando nuestros hijos aprendan el real valor de las cosas que les dimos andarán por el mundo seguros de lo que sus padres sembraron en su corazón, aprenderán que el valor del dinero es algo relativo, que el bien con el valor absoluto mayor es y será siempre el amor.

Estos conceptos favorecerán su desarrollo emocional y colocarán un paradigma de principios como prioridades en su vida, en donde a media escala se hallará el concepto económico y en lo más alto el compromiso personal, el amor, la amistad y la solidaridad.

Así constituidos los pilares de su vida, no desarrollarán una existencia basada en el vacío éxito económico sino una basada en buenas relaciones interpersonales, en relaciones personales de confianza, respeto y fraternidad. Valorarán a plenitud el esfuerzo de un compañero de estudios o de un colega de trabajo. Valorará las fechas de encuentro familiar y las disfrutarán.

DATO

La confianza reinará de corazón y sus actos se llenarán de nobleza. Entenderán en ese momento nuestros hijos lo que Ralph Waldo Emerson ya consignó en las páginas de la historia muchos años atrás: “La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito”.

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