Por: Carlos Meneses

Los cambios en el gabinete ministerial ocurren periódicamente, los reajustes más pequeños son necesarios para reemplazar a ministros que hayan dimitido; también cuando el mandatario busca «refrescar» su gobierno, y se dan frecuentemente para enfrentar bajas en la popularidad; así, remueve a los integrantes más débiles.

Boluarte aseguró que un posible cambio de ministros está en constante evaluación, de esta manera no descarto variaciones en el Ejecutivo, “ este gobierno sí tiene autocrítica, y las decisiones que adoptemos, las estaremos tomando en esa evaluación y en esos resultados”.

Todo gobierno, debe tener capacidad de mirar sus errores, enmendarlos y darles solución, es decir no se puede gobernar de espaldas a la población.

La inestabilidad  y fragilidad del sistema democrático peruano ha registrado  cifras récord, con anteriores presidentes, como el caso de Pedro Castillo Terrones que cambiaba un ministro cada 11 días y llegó a realizar 50 cambios en el Ejecutivo.

Estos cambios afectan la imagen del Gobierno, porque opacan cualquier otra gestión o actividad que estén elaborando en ese momento. Es decir, afecta la gestión de las políticas públicas en los diferentes sectores, cuando existen cambios dentro de los ministerios, los sectores entran en una relativa pausa hasta que llegue el o la reemplazante.

El cambio de la ministra de Salud, Rosa Gutiérrez, quien renunció el jueves por la noche, en plena epidemia por el incremento de casos de dengue en numerosas regiones, es una clara muestra de lo negativo que resulta la salida de miembros del Ejecutivo.

Si no hay continuidad en las gestiones es imposible que se puedan articular políticas públicas que aborden las problemáticas que agobien al sector o sectores.

El permanente cambio de ministros tiene consecuencias directas en los ciudadanos. La legitimidad del gobierno también se ve dañada y la credibilidad en el Estado disminuye cada vez más.