Oposición, signo vital de la democracia
Por Juan Sheput – El Montonero
Las democracias también mueren. Son una suerte de organismos vivos que tienen un tejido dinámico que requiere de ciertas condiciones para sobrevivir. Una de esas condiciones es el ejercicio de la oposición, elemento importante del cual depende, entre otras cosas, la calidad de vida del sistema.
La oposición no es simplemente ser el antagónico del oficialismo. Cuando se ejerce correctamente se despliega entre el apoyo leal (que no es sinónimo de sumisión) y la crítica. Esta última debe ejercerse sin complejos. No creo en los apellidos que intentan endilgarle (crítica constructiva, leal, mesurada, objetiva, etcétera). Es simplemente crítica, fundamental, sin complejos, que permite no sólo enrumbar las políticas públicas sino el ejercicio comparativo entre posiciones coincidentes o antagónicas de cuyo debate podría salir algo mejor. Soy de los que piensa que los dos gobiernos que tuvieron el mejor desempeño de este siglo, el de Alejandro Toledo y el de Alan García, tuvieron en la oposición parlamentaria y partidaria un desafío y un estímulo para mejorar y desempeñarse mejor. García le hizo una oposición política feroz a Alejandro Toledo obligándolo, ante la imposibilidad del enfrentamiento político directo, a mejorar sustantivamente su desempeño en otras áreas como la económica, por ejemplo. Luego Alan García enfrentó la oposición política de Humala y al gabinete en la sombra que instaló el mismo Alejandro Toledo. Le generó un desafío que como es obvio derivó en un mejor desempeño del gobierno aprista.
La mediocridad en la oposición –o la inexistencia de ella– conduce a malos gobiernos o a crisis de gobernabilidad. Y las lecciones de la historia en ese sentido no se pueden ignorar. No hay nada más parecido a la oposición furibunda que el Apra le hizo a Bustamante y Rivero entre 1945 y 1948 que la oposición que practicara Fuerza Popular con PPK entre el 2016 y 2019. Mayorías que no entienden lo que es ser oposición se convierten en enemigas de la democracia. Bustamante y PPK cayeron, dejando en ambos casos al país sumido en sendas crisis.
El retorno de Keiko Fujimori al protagonismo político ha venido acompañado de un discurso opositor. Ojalá Fuerza Popular entienda la importancia de colocarse en esa parte del escenario político. Un Gobierno incompetente como el de Dina Boluarte, que tiene una oposición sin nivel y talante, como la del comunismo radical, requiere de otro tipo de elementos antagónicos que lo fiscalicen y entren al terreno del debate de propuestas e ideológico. Si es así, saludo ese reentré de Keiko con la Política. Que deje la política del interés menudo para otros. Una oposición crítica y con ideas será lo mejor para el país.