Las corridas de toros, la evolución de una costumbre que debe acabar
Por: Gerardo Berdejo
Presidente de la Asociación de defensa de los derechos animales “Proyecto Libertad”.
Que hoy escriba sobre las corridas de toros como un problema actual y no del pasado, me recuerda que vivimos en un país con muchas carencias, no solo materiales o de infraestructura, sino, sobre todo, carencias morales.
Los festejos taurinos, allá donde se celebraban, tuvieron mucha aceptación social en los primeros años en los cuales España ocupaba América, porque como todos sabemos son originarias de ese país. Había pocas cosas con qué divertir a las masas.
Los zoológicos con seres humanos eran bien vistos por quienes tenían el poder, ya sean reyes, cardenales o presidentes. Casos cercanos como el zoológico de Moctezuma, donde tal como lo cuentan los cronistas españoles Antonio Solís y Rivadeneyra; en los años 1600, además de animales, se exhibían personas con deformidades. Algo igual de terrible ocurría en Chile en sus primeros años como república independiente, donde se exhibía en jaulas a indígenas mapuches.
Los espectáculos en el Coliseo romano, también fueron socialmente aceptados.
En todos los casos que he nombrado, los humanos que eran utilizados para exhibición o entretenimiento estaban allí porque el grupo humano dominante había puesto en duda su condición de personas o, directamente, para ellos “no eran dignos”. Con esta excusa, si los mataban, robaban, vendían o en el mejor de los casos, eran usados como esclavos, no podía considerarse un crimen, ya que eran seres “inferiores”.
Del mismo modo, actualmente el resto de animales son considerados inferiores, por eso se les puede usar para lo que el humano desee; y en ese contexto, las corridas de toros están permitidas hasta hoy, la ley lo permite. Tanto así que el congresista Juan Burgos de Podemos Perú, junto a José Luna y Enrique Wong, pretenden una vez más con el proyecto de ley 02828/2022, que las corridas de toros sean consideradas manifestaciones culturales.
Esto es algo así como la situación de los colectiveros, existen, pero no se debería permitir que sigan llevando pasajeros por las principales avenidas de la ciudad, ya que operan en condiciones informales y hay muchos asaltos que se cometen donde sus conductores están involucrados.
¿Las corridas de toros son una manifestación cultural a pesar que haya violencia, tortura y den muerte a animales inocentes?
El Ministerio de Cultura no les otorgará esa denominación contradiciendo su propio reglamento. Eso sería un retroceso por promover abiertamente la violencia.
Afortunadamente las plazas de toros siguen cerrando año a año: Barcelona 2012, Trujillo 2013, Junín 2013, Bogotá 2017. Y todo gracias a la caída en picada de la afición como indican datos en España por ejemplo, donde las corridas de toros han perdido medio millón de espectadores entre 2016 y 2019. Y gracias a mi parecer por un cambio generacional, donde los jóvenes hoy son más empáticos con los animales.
¿Existen manifestaciones culturales en la sociedad donde hay violencia?
Por supuesto que sí. Están ahí, no las podemos negar. Entonces, la lógica nos dice que, no toda manifestación cultural que genere violencia debe ser aceptada o tengamos que resignarnos a que exista, ya que daña a la comunidad.
Los taurinos dicen: si no te gustan, no vayas. No, no se trata de eso. No se trata de dejar sin castigo a una madre que maltrata a su hija. No se trata de dejar que las “combis asesinas” transporten a sus pasajeros con tanta desconsideración. No se trata de dejar que las barras bravas ocasionen destrozos cada vez que su equipo gane o pierda. Se trata de no dejar que la violencia se propague a todo rincón de la sociedad.
Entonces da igual si las corridas de toros son manifestaciones culturales o no. Lo que importa es que sigamos educando en la convivencia pacífica con los demás animales, solo así construiremos una sociedad de bienestar y sustentable en el tiempo, donde todas estas denominaciones dadas desde el Gobierno, solo sean palabras del pasado, porque al final la tauromaquia desaparecerá, como han desaparecido otras atrocidades “culturales”, donde dañar al “inferior” no es un crimen.
Por eso, desde Proyecto Libertad, aprovechando el cambio de paradigma que está viviendo la humanidad donde está mejorando nuestra relación con los demás animales, es importante borrar la línea que nos divide moralmente con ellos y que podamos respetarlos de una manera similar a la que nos respetamos entre seres humanos.